¿Es posible vivir en espacios sin tecnología?

¿Se puede vivir sin wifi y sin ningún tipo de conexión tecnológica? 34 kilómetros cuadrados del mundo existen ajenos al impacto digital desde 1958. El Estado de Virginia Occidental (Estados Unidos) restringió legalmente las emisiones radiales en ese año para que el radiotelescopio más grande del mundo, ubicado allí, pudiese disponer de plena cobertura. ¿Cómo es el día a día de esta zona silenciosa y qué reflexiones podemos extraer de este curioso fenómeno?

El radiotelescopio de Green Bank, el más grande del mundo

 

Green Bank: cómo vivir en modo avión permanente

The Quiet Zone (La zona silenciosa) es precisamente el título del libro que el periodista Stephen Kurczy publicó para documentar su experiencia viviendo desde 2017 en Green Bank, el área rural de Estados Unidos (a cuatro horas en coche de Washington DC) donde no se puede usar ni wifi, ni móviles… para permitir la observación astronómica a un coloso de 148 metros de altura y un diámetro que supone el área de dos campos de fútbol.

Este telescopio mide las ondas de radio emitidas por los cuerpos celestes, lo cual obliga a evitar las ondas electromagnéticas artificiales de la mayor parte de dispositivos de nuestro día a día: a los consabidos móviles, wifi… se añaden desde microondas hasta coches de gasolina. Sí, esto implica a su población toda una vuelta al pasado.

Antes de la publicación del libro de Kurczy en 2021, Green Bank fue objeto de un documental en 2015: The American Town Banning Cell Phones and Wifi, donde se describe, entre otras cuestiones del día a día del pueblo, la obligación a que sus habitantes firmen un documento en el que se comprometen a no usar redes inalámbricas.

 

Silencio tecnológico por la sostenibilidad

La radioastronomía es la excusa, pero sus efectos son lo relevante de esta historia: “Este silencio radial es algo valioso en nuestras vidas”, explica Kurczy. “Tras las reacciones negativas suscitadas por las revelaciones hechas por una exempleada de Facebook, comprendemos que quizás estar permanentemente en conexión no es del todo saludable. Tal vez necesitemos lugares silenciosos donde poder escapar de todo esto”, detalla el periodista, quien admite que no tiene teléfono móvil desde 2009.

Comunidad Amish. Fotografía de Vladimir Kudinov

 

La particularidad de Green Bank atrajo a personas y comunidades interesadas en la desconexión digital y a aquellas que abogan por un movimiento low-tech. ¿Qué defiende esta filosofía? Principalmente, la reducción del uso de dispositivos electrónicos y de la conectividad que tan negativamente repercute en el medio ambiente.

Otro interrogante que arroja el silencio tecnológico de Green Bank es la necesidad de permitir que ciertos entornos permanezcan inalterables: en este caso, para el progreso de la ciencia gracias al estudio astronómico, pero esto también nos lleva a reflexionar sobre las reservas naturales o el patrimonio cultural.

Según recoge Kurczy en su libro, una especie de policía de la zona silenciosa tiene que encargarse de revisar las infracciones tecnológicas, y detalla que llegaron a encontrar 175 puntos de acceso wifi en un radio de 3 kilómetros alrededor del telescopio. “Parecía haber más señales wifi que casas, si es que eso era posible en un pueblo de menos de doscientos habitantes”, explica el autor.

 

¿Existe un consumo tecnológico moderado?

La óptica de Kurczy, sin embargo, no debe llevarnos a demonizar la tecnología, ya que, como indicaba el tecnólogo Enrique Dans en esta entrevista, “ser digitalmente competente implica no solo utilizar las tecnologías, sino hacerlo de una manera adecuada, conocer sus protocolos y entender la forma de comportarte”.

En este sentido, Dans se cuestionaba la crítica insistente a la adicción a un terminal concreto: “nunca hablamos de adicción a la cámara de fotos, a los mapas o al teléfono… pero si todos esos usos se aúnan en un mismo dispositivo, algunas personas quieren denominarlo obsesión” y concluía que se puede vivir al margen de la tecnología, “pero supone una limitación en el día a día de quien se lo propone”.

 

¿Crees que tienen que existir más espacios como Green Bank más allá de condicionantes científicos? Cuéntanoslo en redes sociales empleando el hashtag #ConnectionsByFinsa. ¡Queremos conectar contigo!