El ser humano ha perseguido el concepto de ciudad ideal desde siempre. Desde las polis griegas, pasando por las visiones renacentistas, los ensanches o los planos de L’Enfant para Washington D.C. en el siglo XIX hasta experimentos modernos como la Brasilia de Niemeyer o Chandigarh, en la India, diseñada por Le Corbusier.
Hoy, esa búsqueda continúa, pero teniendo en cuenta nos solo el plano urbanístico, sino también la vertiente social y sostenible de la misma. Y ahí aparece el concepto y el movimiento de las Fab Cities.
Esta propuesta plantea que las ciudades pueden convertirse en autosuficientes, produciendo lo que consumen en modalidad kilómetro cero, gracias a la fabricación local, la coordinación digital y la colaboración entre ciudadanía, instituciones y gobiernos.
¿Qué es una Fab City?
Una Fab City es una ciudad que busca producir localmente la mayoría de los bienes que consume, reduciendo la dependencia de cadenas de suministro globales y minimizando su huella ecológica. Este modelo se basa en la fabricación digital, la economía circular y la participación ciudadana. La idea es pasar de un sistema “Productos Entrantes, Basura Saliente” (PITO, por sus siglas en ingés) a uno de “Datos Entrantes, Datos Salientes” (DIDO), donde los diseños y conocimientos se comparten globalmente, pero la producción se realiza localmente. Este enfoque permite adaptar los productos a las necesidades locales, fomentando además una mayor sostenibilidad.
Las Fab Cities no son solo una visión futurista, sino una realidad en construcción. Se fundamentan en un ecosistema compuesto por laboratorios de fabricación, centros educativos, plataformas de código abierto y redes ciudadanas, todo ello articulado por una voluntad común de redefinir el sistema productivo desde lo local.
En 2025 se marca un hito especial: el movimiento Fab City cumple una década desde su fundación. En estos diez años, la iniciativa ha empoderado a comunidades alrededor del mundo con tecnología y conocimiento para construir ciudades más sostenibles, innovadoras y regenerativas. La celebración de esta primera década es también una invitación a sumarse a la siguiente fase del camino a más ciudades.
Fabricación digital y ciudadanía
La fabricación digital es el motor tecnológico de las Fab Cities. ¿Pero en qué consiste? Se basa en la utilización de herramientas de producción avanzadas y accesibles, como impresoras 3D, cortadoras láser y fresadoras CNC. Estas últimas son máquinas que, a partir de un diseño digital, tallan o cortan materiales como madera, metal o plástico mediante un sistema de control numérico computarizado. Este tipo de tecnología permite una precisión elevada y una escalabilidad en la fabricación que antes solo estaba disponible en grandes industrias.
Estas herramientas, disponibles en espacios como los Fab Labs, permiten a la población diseñar y producir objetos localmente. Esto fomenta la innovación abierta, fortalece la soberanía tecnológica y contribuye al desarrollo de una economía más equitativa y participativa. Se crean así nuevas capacidades productivas en la sociedad civil, democratizando el acceso a la innovación y permitiendo a las personas diseñar soluciones a medida de sus necesidades.
Además, estos espacios son catalizadores de nuevas formas de trabajo y colaboración. Lejos de ser solo lugares de producción, los Fab Labs funcionan como foros de experimentación, incubadoras de ideas y plataformas para el emprendimiento local.
Educación y cultura maker
La educación es un componente clave en el desarrollo de las Fab Cities. Programas como el Fab Academy enseñan a los estudiantes habilidades en diseño, fabricación digital y sostenibilidad. Estos conocimientos son esenciales para construir una ciudad autosuficiente.
Además, se promueve una cultura maker que valora la creatividad, la colaboración y el aprendizaje práctico. Esta filosofía está cambiando la forma en que entendemos la educación, el trabajo y la producción, involucrando a personas de todas las edades y perfiles profesionales. Desde talleres para escolares hasta formación profesional avanzada, el aprendizaje práctico se convierte en herramienta para la transformación urbana.
El movimiento maker impulsa una pedagogía activa y experimental. Se aprende haciendo, equivocándose, iterando. Este modelo fomenta habilidades blandas como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la colaboración, necesarias para afrontar los desafíos del siglo XXI.
La red global de Fab Cities
Desde el lanzamiento del desafío, más de 50 ciudades y regiones se han unido a la red de Fab Cities. Entre ellas se encuentran Ámsterdam, Shenzhen, Detroit y hasta Timbu, capital del Reino de Bután. Esta expansión demuestra que el modelo es adaptable a diversos contextos culturales, económicos y geográficos.
Estas ciudades comparten conocimientos y estrategias para avanzar hacia la autosuficiencia urbana. La colaboración global es esencial para adaptar las soluciones locales a diferentes realidades y para que la transformación urbana tenga un impacto significativo y sostenible. La idea de “pensar globalmente y fabricar localmente” se concreta aquí en plataformas de intercambio, proyectos conjuntos de investigación y estándares abiertos que refuerzan la cohesión entre los miembros.
La Fab City Global Initiative articula esta red a través de una estructura horizontal que fomenta la autonomía local. Las ciudades no solo adoptan buenas prácticas, sino que contribuyen activamente a la evolución del modelo mediante sus propias innovaciones.
El caso de Barcelona y el IAAC
Barcelona fue una de las primeras ciudades en comprometerse con el reto Fab City en 2014. Es considerada un laboratorio de modelos urbanos innovadores y líder mundial en urbanismo. Esta tradición de experimentación urbana, que se remonta a la Revolución Industrial, ha culminado en la apuesta por un modelo de ciudad productiva, sostenible y dispuesta a evolucionar.
El Fab City Barcelona se apoya en más de 15 años de investigación-acción desarrollada en el Fab Lab Barcelona —fundador del movimiento Fab City— y en la experiencia de numerosas organizaciones locales implicadas. El Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC) —aquí entrevistamos a su director—, junto con este laboratorio, ha sido clave en desarrollar proyectos y programas educativos que consolidan a Barcelona como uno de los centros de esta red global de ciudades.
El Fab City Handbook: guía para transformar ciudades con la mirada puesta en 2054
Uno de los recursos más valiosos del movimiento es el Fab City Handbook. Este manual práctico, elaborado por la Fab City Global Initiative, proporciona herramientas, guías y materiales para ayudar a cualquier localidad —ciudad, región, isla o país— a volverse localmente productiva y globalmente conectada antes de 2054.
La fecha de 2054 no es arbitraria. Es el horizonte que se marcó desde el nacimiento del movimiento, basado en un proceso de transformación de 40 años desde el primer compromiso de Barcelona en 2014. El proyecto “Interdependence 2054” inaugura un ciclo de tres décadas que pretende replantear el modelo industrial y económico global, estableciendo nuevas formas de colaboración, producción y gobernanza urbana.
El Handbook es un documento vivo, constantemente actualizado con el conocimiento compartido por las ciudades miembro, el Fab City Collective y la Fab City Foundation. Incluye desde pautas de gobernanza y formación, hasta estándares de participación en la red y estrategias de comunicación. Sirve como marco operativo y regulador para las Fab Cities, guiando su evolución con base en los principios recogidos en el Manifiesto Fab City.
Funciona como una hoja de ruta accesible para que cualquier territorio, sin importar su escala o nivel de desarrollo, pueda dar los primeros pasos hacia su transformación productiva.
El Manifiesto Fab City: diez principios para el cambio
Junto con este manual, el Fab City Manifesto articula los valores y principios que guían a las ciudades participantes y su urbanismo. Estos son:
- Centrado en las personas: la tecnología debe estar al servicio del bienestar humano.
- Holístico: abordar la ciudad como un ecosistema interdependiente.
- Participativo: empoderar a la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones.
- Crecimiento económico y empleo: apostar por la economía urbana sostenible del siglo XXI.
- Filosofía de código abierto: fomentar la innovación a través de datos y soluciones compartidas.
- Glocalismo: compartir conocimiento global y adaptarlo a lo local.
- Experimental: apoyar la investigación y la innovación distribuida.
- Ecológico: avanzar hacia ciudades con cero emisiones y preservación de la biodiversidad.
- Inclusivo: promover políticas equitativas para todas las personas.
- Producido localmente: aprovechar los recursos locales en una lógica de economía circular.
Estos principios no son meras declaraciones de intenciones, sino guías prácticas que se traducen en acciones concretas dentro de cada territorio. Son la base sobre la que se construyen las estrategias locales, alineadas con un objetivo común: transformar la manera en que producimos y vivimos en nuestras ciudades.
Aunque el modelo de Fab City ofrece numerosas ventajas, también enfrenta desafíos. La implementación requiere cambios en las políticas públicas, inversiones en infraestructuras y una transformación cultural hacia la producción local.
Además, existen retos en la coordinación entre actores, la sostenibilidad financiera de los laboratorios, la formación de talento técnico y la integración de la ciudadanía más allá de los círculos tecnófilos. Superar estas barreras es clave para que las Fab Cities no sean un movimiento, sino una nueva normalidad.
Las oportunidades son significativas: reducción de emisiones, creación de empleo local, resiliencia ante crisis globales y fortalecimiento de las comunidades. Es un modelo que plantea una nueva relación entre tecnología, territorio y ciudadanía. Una propuesta capaz de generar valor no solo económico, sino también social, ambiental y cultural.