Ateneos de fabricación: el DIY con foco social

El botón ha sido accionado y la cuenta atrás está en marcha. En 2054, Barcelona será una de las 34 fab cities de todo el mundo que producirá de forma sostenible lo que consuma, desde comida a energía. Este fue el compromiso adquirido por la urbe en 2014 y, por el momento, va en buen camino gracias a la creación de una red de Ateneos de fabricación: espacios maker donde el DIY sirve de excusa para fomentar la innovación social.

Una red de 6 fab labs como germen de la fab city

Los Ateneos de fabricación son una idea tomada de los fabrication laboratories que el MIT (Massachussets Institute of Technology) impulsó a principios del año 2000 como pequeñas semillas del fin último, una fab city. El programa Barcelona Fab Lab, ubicado en el Institut d’Arquitectura Avançada de Catalunya (IAAC), es el encargado de articular una red de cinco espacios públicos (al que se sumará el del edificio de vivienda social hecho en CLT más alto de España) que divulgan tecnología y ciencia de la fabricación digital. Esta red de fab labs lleva desde 2014 favoreciendo la democratización de la producción y promocionando entre la población conceptos relacionados con el diseño, la arquitectura y las smart cities.

Estos lugares, situados en centros cívicos de los barrios barceloneses, son entornos donde aprender, colaborar y formar parte del desarrollo social. Los Ateneos fusionan el movimiento maker con las infraestructuras cívicas, donde la institución hace lo que no es posible para los individuos -a través de la cesión del taller y recursos tanto materiales como humanos-, y las personas complementan con su labor aquello donde la administración no llega.

Si bien los Ateneos son de acceso libre para la ciudadanía, se calendarizan actividades específicas para ciertos colectivos como escolares, vecindarios, familias, mundo empresarial y asociativo. Así, en una tarde pueden juntarse el alumnado de un colegio preparando una tarea para el aula con un grupo de personas jubiladas que quieren aprender técnicas de bricolaje, con lo que se promueve el intercambio intergeneracional.

El precio que se paga por emplearlos es la contraprestación, un sistema de retorno social en forma de tiempo, talento, implicación y participación, sin dinero por medio, poniendo en valor lo que podemos hacer en favor del bien común.

 

Un Ateneo de fabricación por dentro

Cada Ateneo está dedicado a un objetivo concreto, especializándose según las características y necesidades del entorno social donde se encuentra. Por ejemplo, el de Ciutat Meridiana busca incorporar a las personas a través del movimiento asociativo del barrio en proyectos de desarrollo energético a partir de aplicaciones tecnológicas. El de Gràcia potencia la creatividad y el mundo textil, muy arraigado en el distrito, y el equipamiento colabora con diseñadores, entidades e instituciones como el Instituto Europeo de Diseño, vecino de este Ateneo. El de Sant Martí ayudará a que quien haga uso de las viviendas sociales del barrio pueda fabricarse un pequeño mueble o cualquier otra cosa que necesite mediante impresión 3D.

¿Qué utensilios podemos encontrar dentro de uno de estos fab labs? Como supondrás, los talleres disponen de distintos aparatos según la dedicación principal del fab lab: principalmente, hay impresoras 3D, tecnologías 2D como corte láser, herramientas para tratamiento de plásticos (trituradora, inyectadora, presa u horno), maquinaria de impresión textil, robótica, fresadoras de precisión, pero también elementos básicos de carpintería o componentes electrónicos. En cada Ateneo hay una figura coordinadora que se encarga de facilitar a cualquier persona el uso de estos materiales, pues no se necesitan conocimientos previos para lanzarse a crear en comunidad.

 

Innovación tecnológica y social

“El reto de este proyecto no es la ingeniería técnica, es la ingeniería social”. Neil Gershenfeld, director del MIT Center for Bits and Atoms -un espacio que estudia cómo romper las barreras de lo físico y lo digital-, visitó esta red en su primer año de vida y destacó lo transformador que resultan los Ateneos en las personas por el efecto de sus modelos de participación y de trabajo en red, el fomento de la economía colaborativa y del aprendizaje abierto y compartido.

Este calado en la población se demuestra a través de distintas actividades que buscan movilizar el tejido social. Una de las más recientes es un taller textil estival dirigido a mujeres en situación de vulnerabilidad, realizado con el apoyo de la entidad Crea Dones. Durante el covid, crearon material de protección contra el virus que se distribuyó en toda Europa.

En paralelo a estas iniciativas surgen otros proyectos que se imbrican en los Ateneos, como la Biblioteca de Las Cosas, un servicio de préstamo de objetos que comparten las personas del barrio para poder trabajar en jardinería, bricolaje… o para practicar nuevos deportes.

 

¿Crees que en 30 años seremos capaces de producir todo lo que necesitamos desde las ciudades? ¿Proliferarán estos fab labs o iniciativas similares en otras urbes? Cuéntanos tu opinión en redes sociales usando el hashtag #ConnectionsByFinsa. Queremos conectar con profesionales de la arquitectura y el interiorismo como tú.