CONEXIÓN CON… CARLA FERRER, comisaria y arquitecta

A Carla Ferrer siempre le atrajo el mundo de la arquitectura como un modo de ayudar a las personas a través de hacer mejores edificios. Por eso estudió la carrera, se especializó en urbanismo y vivienda con un máster en Harvard y su estudio, ITER, con sede en Milán, desarrolla proyectos de vivienda colectiva y equipamientos públicos. Muy involucrada en Mass Madera desde 2023, tenía sentido que fuese una de las comisarias de la sala Materials en Internalities, la propuesta del Pabellón de España en la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2025. Conectamos con ella para hablar de su experiencia en la Bienal, de su trayectoria y de su visión de la arquitectura.

¿Cómo llegaste a colaborar en la bienal?

Los comisarios, Roi Salgueiro y Manuel Bouzas, desarrollaron un concepto abierto en el que se tratan cinco grandes temas en torno al macrotema internalities, que quiere decir cómo la arquitectura puede generar valor en el territorio, en contraposición al concepto de externalities. Entre estos cinco temas, el de materiales y materialidad decidieron enfocarlo en la cuestión de cómo la madera puede representar un ejemplo de esto, de generar valor en el territorio a través de la arquitectura. 

Desde el 2023 yo colaboro con Mass Madera, una red para el impulso del uso de madera industrializada en España. Como somos pioneros en este aspecto, en comentar el uso de la arquitectura en madera desde la arquitectura, contactaron con Daniel Ibáñez, director del Instituto de Arquitectura Avanzada de Catalunya (IACC) y fundador de Mass Madera, y él contó conmigo para hacerlo de manera colaborativa.

 

¿Qué has aprendido de toda la experiencia de participar en esta exposición?

Aprendí mucho. La apuesta de los comisarios no era sencilla, porque por una parte nos identificaron a nosotros pero, por otra, identificaron también un territorio concreto, que era el de la Cornisa Cantábrica, donde su tesis consistía en que es un lugar donde se genera este valor. Nosotros no estamos en el País Vasco como base, no lo conocemos tan en detalle como si viviésemos allí, así que fue una oportunidad para mirar un poquito más de cerca, en un contexto mucho más cerrado, cómo se genera valor y cómo hay todo un ecosistema productivo a la vanguardia. Eso fue un gran aprendizaje, mirarlo con una lupa distinta, más desde abajo hacia arriba y menos de arriba hacia abajo. 

 

Mencionabas antes Mass Madera. ¿En qué momento de tu carrera te empezaste a fijar en la madera como material de futuro? 

Para mí la madera empezó a ser un recurso muy presente en 2015, cuando estaba estudiando el máster de urbanismo, paisaje y ecología en la Universidad de Harvard. Ahí ya es donde conocí a Daniel Ibáñez, que era también profesor en el máster. En el máster se intentaba analizar, más allá del objeto arquitectónico, todas las dimensiones que tiene el construir hoy, y la verdad es que la madera es el material que nos permite dar algo de vuelta al territorio. Es decir, que la arquitectura no sea solo un objeto en sí mismo, sino que, a través de ella, se pueda potenciar también el uso de los recursos naturales que tenemos. Ahí ya vi un poco esa intuición. 

 

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Después me fui a trabajar a Suiza, que es en cierto modo la meca de la arquitectura en madera junto con Austria y Alemania, y ahí empezamos a ver que en muchos de los proyectos que teníamos los clientes pedían que fuera con ese material.

Con la experiencia de Estados Unidos y ya empezando a desarrollar proyectos concretos, terminé comisariando una exposición en el centro de arquitectura de Zúrich que se llamaba Touch Wood, junto con un catálogo en el que se trataban todas las dimensiones de la madera, pero enfocadas al país. Tenía ejemplos internacionales también, pero celebraba lo que habían sido los últimos casi 15 años de madera en Suiza, porque nadie había contado esa historia. Era casi como una historia que estaba allí para ser contada, porque había proyectos fantásticos de escalas completamente diferentes: de oficinas, rascacielos, de todo. 

 

¿Crees que desde fuera ya se va viendo la importancia de la madera? Porque tenía también esa mala fama de que implica talar árboles, por lo que no puede ser ecológico…

Por eso existimos todavía: Mass Madera demuestra que todavía hay mucho trabajo por hacer, no nos podemos conformar con el optimismo de los que estamos dentro, con los early adopters o con que la madera cada vez esté más presente en los medios de comunicación. Hay todavía mucho que hacer, muchos mitos y muchas barreras que desmontar a través de la pedagogía. 

Desde Mass Madera trabajamos también gracias a una colaboración con la Fundación Built by Nature, y gracias a ello estamos realizando diferentes campañas para desmontar mitos, concienciación, etc.

 

¿Por qué estudiaste Arquitectura?

Nunca he tenido dudas, siempre he querido estudiar Arquitectura. Ya me gustaba mucho hacer plantas y maquetas cuando era pequeña, de una manera muy espontánea. Poder contribuir de alguna manera a mejorar la calidad de la vida de las personas a través de pensar mejor cómo son los edificios es algo que me atrae. Y por eso también la escala de trabajo en la que me muevo siempre es la escala urbana o también de la vivienda colectiva, siempre proyectos que de alguna manera también miren a la ciudad, que más allá del edificio concreto se abran hacia otros temas, hacia otros problemas y busquen resolver cosas que van más allá del bloque.

Sala Materials del Pabellón de España en la Bienal de Venecia | Luis Díaz

 

Por eso te especializaste en urbanismo.

Sí, en urbanismo y vivienda también. Vivienda, digamos, de un corte social, como la cooperativa. Vivienda que genera también algo en la ciudad, no solo vivienda como desarrollo, sino vivienda que tiene un carácter urbano. 

 

¿Qué retos crees que tiene la arquitectura para los próximos 10 o 20 años? 

Un reto muy importante es la descarbonización de la industria, y en torno a eso hay toda una serie de otros retos. Desde ese punto de vista, la estrategia 2050, la estrategia ARCE del Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana, ya ha identificado muchos de los principales retos de la arquitectura en los próximos años en nuestro país. Creo que identificarlo está bien, pero lo interesante está en cuando uno luego baja al detalle de cómo se están desarrollando esas leyes o cómo se va a hacer esa transición. Hay que preguntarse cómo se va a hacer esta descarbonización, con qué materiales. Y, por otra parte, con qué tipo de proyecto urbano y qué tipo de proyecto de territorio se hace. Porque está claro que hay muchas posibilidades de repensar cómo construimos. La digitalización, por ejemplo, en lugar de un reto es una oportunidad muy importante también para mejorar las condiciones de trabajo de la gente de la industria, porque es una industria dura. En síntesis, se trata de esas dos cuestiones: cómo vamos a medir esa descarbonización para que sea justa y cómo vamos a diseñar esa descarbonización de manera que nos deje también un territorio democrático y justo.

 

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¿Cuál es tu relación con las redes sociales? ¿Las usas o mejor lejos?

Es complejo. La verdad es que en lo personal comparto muy poco, cada vez menos, y también intento reducir el consumo del del teléfono en lo que puedo. En lo profesional, creo que al final es una herramienta muy potente. A priori no soy una persona a la que le guste mucho comunicar, me gusta más hacer, pero estar en las redes creo que es fundamental. Plataformas como LinkedIn son un buen portal para también estar al día de lo que está haciendo la gente con la que trabajas o para estar informado. 

 

Vives en Milán y trabajas mucho en Suiza. ¿Cómo crees que te ha influido estar fuera de España?

Vivo en Milán porque trabajo aquí en proyectos en Italia, pero también porque para mí Milán es un poco un puente entre España y Suiza, que son los dos contextos laborales en los que también me muevo y conozco. Desde aquí puedo mirar a los otros dos países con cierta perspectiva, pero también estoy lo suficientemente cerca como para poder estar involucrada en uno y en el otro. Para mí es un privilegio poder aprender cómo se desarrolla todo lo que tiene que ver con madera en Suiza, verlo de cerca.

En nuestro despacho es clave ese perfil de trabajar en tres países muy claros, en los que conocemos cómo funciona la industria. Intentamos hacer una transferencia de información, pero estamos siempre muy atentos, porque las condiciones de cada país son muy especiales, ese conocimiento hay que declinarlo y aterrizarlo.

 

Claro, porque al final la arquitectura es local, lo que diseñas es para un lugar concreto. 

Esa es una de las cosas que creo que, en nuestra generación, cuando crecimos o cuando emprendimos esta carrera, no teníamos tan clara, parecía que todo podía estar en cualquier sitio. Hay gente que siempre ha apostado por lo local, pero el discurso era que cualquier cosa puede funcionar en cualquier lugar. Ahora vemos que hay límites.

 

¿De dónde sacas tu inspiración diaria?

Trabajo en proyectos tan complejos que la inspiración es la suma de factores. Y priorizar factores o encontrar cuáles son las prioridades o entre las diferentes opciones escoger las que tienen más sentido en mi realidad al final no es tanto un trabajo de inspiración, sino un trabajo de ordenar los puzles y de entender cuáles son las estrategias que tienen más sentido.