MASS Madera: el futuro se construye en madera

Hay cambios que resultan imparables. Este es el adjetivo que utiliza como mantra el arquitecto y urbanista Daniel Ibáñez (Madrid, 1981) para referirse a la incorporación en la edificación de la madera maciza industrializada (madera en masa, CLT, madera contralaminada) con el fin de ayudar a crear un entorno construido alineado con la naturaleza. La transformación todavía es lenta, pero ya está en curso.

Para acelerar el proceso surge MASS Madera, una red pionera en España que se creó en 2022 con el fin de conectar a agentes clave y coordinar su trabajo para aumentar la superficie construida con estructuras de este tipo de madera que permitan reducir ese 10% de las emisiones globales de CO2 relacionadas directamente con los materiales usados en el sector. “No hay una palanca que accionar para cambiarlo todo ya, pero el cambio es inevitable. Europa está haciendo una apuesta y a nivel mundial va a ir a más”, dice Ibáñez, que es especialista en materiales renovables en la construcción y dirige también el Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC).

 

Ciudades inclusivas, ecológicas y productivas

Este centro de investigación, formación, producción y divulgación con sede en Barcelona sobre las nuevas formas de construir ciudades que sean inclusivas, ecológicas y productivas es el que lidera la iniciativa. “Nuestro objetivo es acelerar el uso de la madera maciza industrializada como una de las grandes soluciones que tenemos para descarbonizar la construcción”, declara Ibáñez.

MASS Madera está subvencionada por Built by Nature (BbN), un fondo filantrópico financiado por la Laudes Foundation, que es parte de la empresa familiar Brenninkmeijer, propietaria de la multinacional C&A. Son ya cuarenta miembros los que se han sumado a esta red en España. Incluye a promotores, constructores, arquitectos, centros de investigación, industrias forestales, ciudades y asociaciones comprometidos con la lucha contra la crisis climática. También cuenta con el apoyo fundamental del Gobierno, a través del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, así como del European Forest Institute y el Consejo Superior de Arquitectos de España. “Presentamos el proyecto porque aquí todavía hay un porcentaje muy bajo de construcciones implementadas de este tipo, pero existe también un gran potencial, con industrias que se están lanzando a ello, cada vez con más concienciación y más iniciativas”, explica Ibáñez.

 

La madera contralaminada, clave del cambio

Una de las primeras tareas que se han marcado es dar a conocer la madera CLT. En octubre de 2022 presentaron la instalación Mass is More en el Pabellón Mies van der Rohe en Barcelona, un proyecto inmersivo y experencial diseñado por el propio Ibáñez junto al arquitecto Vicente Guallart (también del IAAC) y Alan Organschi (del Bauhaus Earth) para descubrir al público la innovación en las formas de diseñar y gestionar entornos urbanos (las biociudades) y explorar las posibilidades constructivas de este material regenerativo y descarbonizante (todas las piezas de la instalación fueron producidas por Xilonor, empresa gallega de CLT).

MASS Madera seguirá en esta línea de crear más “proyectos demostradores”. “Consideramos que es una de las claves. Al final, una instalación como la de Barcelona permite que la gente la visite, que entienda que esta tecnología está lista y ver sus cualidades”, señala el arquitecto.

 

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¿Por qué la madera maciza?

La producción de madera maciza industrializada se ha convertido en los últimos años en el principal motor de transformación del modelo de edificación actual. El CLT es uno de los principales competidores de otros materiales más contaminantes, procedentes de recursos fósiles, como el acero, el hormigón o el ladrillo. “Ahora mismo -dice Daniel Ibáñez- tenemos a nuestra disposición la posibilidad de construir edificios que tengan una doble función, la que siempre han cumplido, una función social, habitacional, de dar salida a la demanda de viviendas, de edificios que se necesitan para una población creciente, y añadirle una función ecológica”.

¿Quiere decir esto que no vamos a tener nunca más hormigón? “Por supuesto que no, va a seguir estando. La cuestión es si necesitamos construir edificios enteros de hormigón o movernos hacia donde haya oportunidades de construir en madera, que tiene más sentido y además beneficia al medio ambiente. A día de hoy no nos queda otra alternativa que construir todo nuestro parque inmobiliario con CLT”, añade el arquitecto y urbanista.

 

Ventajas del uso de madera en ciudades

¿Y qué ventajas presenta el uso de la madera en el medio urbano? Destacamos las ocho siguientes:

  1. Es un material de origen renovable.
  2. Promueve la gestión forestal sostenible.
  3. Almacena CO2.
  4. Es ligera y fácil de transportar.
  5. Es altamente industrializable.
  6. Fomenta la prefabricación.
  7. Es, simultáneamente, un buen aislante y material estructural.
  8. Permite técnicas de construcción rápida, con un mayor control de la obra, menores riesgos y menor contaminación.

 

Es decir, si el siglo XIX fue el siglo del acero y el siglo XX el del hormigón, el siglo XXI será el de la madera, capaz de crear un modelo ejemplar de economía circular y avanzar en la descarbonización. “No solo es posible, sino que es inevitable y es necesario hacerlo. El incremento de partículas de CO2 en la atmósfera sigue aumentando y de las pocas soluciones buenas que hay disponibles es justo esta, la de construir en madera. Por supuesto, cuidando la cadena de valor entera, es decir, que esté bien gestionado el bosque, certificado, que permita generar plantaciones que secuestren carbono…”, recuerda Ibáñez.

 

Retos de la construcción en madera

El cambio requiere de estímulos para romper las barreras que limitan su avance. Como el desconocimiento de los promotores de los beneficios de este material para el desarrollo urbano y residencial. Para ello, cuenta el arquitecto, planean sistematizar los datos y realizar a corto plazo un gran informe anual sobre el estado de la construcción con madera maciza industrializada. “Ahora mismo sigue habiendo bastante incertidumbre. La gente no sabe cuántos edificios se hacen o cuánto cuestan. Yo estoy un poco cansado de oír cosas como que la madera se quema o cuesta más. Esto no es así, pongamos los puntos sobre las íes”, afirma.

También pretenden desterrar definitivamente las inseguridades del propio sector. “Temía que hubiera un cierto recelo entre competidores. Tener dos grandes industrias en esta red no es un problema, más bien todo lo contrario. Creo que todo el mundo ha entendido muy bien que esto no va de competir el uno con el otro sino de hacer crecer un mercado que ahora mismo es muy pequeño”, señala.

Otro freno, apunta Ibáñez, es la falta de incentivos y regulaciones específicas que faciliten el uso de este material. En este sentido, desde MASS Madera se trabaja ya un borrador de una futura ley sobre la descarbonización del sector. “Hay que ver lo que están haciendo otros países, qué otras normativas se están aplicando, porque hay cosas muy interesantes que se están haciendo en Europa”, explica. Y pone dos ejemplos: el anuncio de Francia de que desde este año 2023 los edificios financiados con fondos públicos serán, al menos en un 50%, de madera u otro biomaterial –“es un precedente súper importante”- y la nueva normativa de Bélgica, “que nos gusta mucho porque no obliga, lo que hace es incentivar este tipo de construcción, por ejemplo, dando más edificabilidad en un terreno si se construye con un material que tenga una huella de carbono neutra o mucho más baja de lo normal. Estamos intentando que esto suceda también en España”.

Para ello, sin embargo, Daniel Ibáñez considera clave el papel de profesionales y de las escuelas de arquitectura que, en la actualidad, “no es que no fomenten este tipo de construcción, sino que la desincentivan”. “La universidad pública española es maravillosa, pero es como un elefante, imposible moverlo rápido”, añade.