La madera en la Bienal de Arquitectura de Venecia: de extraer a metabolizar

“En arquitectura nos obsesionamos con los temas de eficiencia energética como, por ejemplo, asegurarnos de que aislamos bien los edificios, pero en realidad más del 60% de la huella ecológica de un edificio ocurre antes de que esté construido”. Así resume el arquitecto Daniel Ibáñez, uno de los comisarios de la sala Materials del Pabellón de España en la 19.ª Bienal de Arquitectura de Venecia, uno de los puntos de partida para su trabajo en la exposición. “De dónde extraes los materiales y qué materiales son se convierte una de las decisiones más importantes”, sostiene.

La propuesta española de este año para la cita veneciana se llama Internalities y explora el paso de las externalidades a las internalidades en la arquitectura. En la sala Materials, esto se traduce en investigar cómo abandonar un modelo de producción externalizada que requiere un flujo de materiales planetario que es, con frecuencia, intrazable e incuantificable. Para ello, proponen pasar de una extracción de materiales destructiva a un modelo basado en su metabolismo. ¿Qué significa esto? Usando como inspiración el metabolismo celular, un proceso en el que “se recicla y recircula todo, sin que haya desperdicio”, el movimiento del metabolismo en arquitectura propone hacer algo similar con cómo construimos edificios. “Frente a un modelo de economía muy lineal, en el que al utilizar recursos y construir algo se deja al otro lado una destrucción al extraer material sin mucho criterio, estamos pasando a un paradigma mucho más circular. Lo que hago para extraer los materiales que necesito para hacer mis edificios y mis ciudades lo hago de una manera que, en vez de destruir el territorio, lo regenera”, explica Ibáñez. 

Tala selectiva en los montes de Altzusta (Bizkaia). María Azkarate

 

El metabolismo de la madera

Ahora que cada vez está más claro que la construcción en madera tiene que formar parte de ese futuro sostenible, es necesario puntualizar también que no todo vale. “Imagina dos edificios en Galicia exactamente iguales, uno enfrente del otro. Si uno de ellos se ha construido en madera de montes vecinales, de manera sostenible, muy controlada, de kilómetro cero, y el otro a base de talar el Amazonas, prefabricarlo en Nueva Zelanda y traerlo de vuelta a Galicia, aunque parezcan idénticos, en realidad, desde el punto de vista de su metabolismo, de los procesos de transformación que ha tenido la materia, son muy diferentes”, ejemplifica el arquitecto, autor, entre otros libros, de Wood urbanism. From the molecular to the territorial (Urbanismo en madera. De lo molecular a lo territorial).

En este sentido, es importante no pensar en maderas genéricas, sino en maderas metabólicamente específicas. “Esto incluye tanto o más el de dónde y cómo se han extraído esos materiales que cuál es el propio material en sí”, señala Ibáñez. En el caso de la madera, esta debe venir de montes, estar gestionada de forma sostenible, ser de proximidad y utilizar industrias locales, entre otras cosas.

Edificio de apartamentos “coliving” Oceanika en Torremolinos (Málaga). En construcción. Bakpak architects. María Azakarate

 

El caso del País Vasco

En España, como resultado de esa necesidad de una construcción más sostenible, el uso de la madera en construcción ha aumentado de forma notable en la última década. Gracias a este auge, los ecosistemas productivos madereros de la cornisa cantábrica y atlántica se han visto reforzados, algo que se muestra en la sala Materials, centrada en la industria forestal y maderera del País Vasco.  “Lo que hemos tratado de hacer es no solo ver qué arquitecturas genera la cornisa cantábrica en sí, sino qué arquitecturas se han construido con los montes, con los bosques, con las industrias que están localizadas en la región. Hay muchos proyectos en la zona, pero también están exportando a otros lugares de España para ayudar a construir esas arquitecturas más regenerativas”, apunta Ibáñez.

El País Vasco es un buen ejemplo de todo este proceso porque allí se ha conseguido mantener una continuidad histórica y un tejido industrial en torno a la madera que se ha perdido en otros lugares de España por la introducción de otros materiales, explica la también arquitecta Carla Ferrer, la otra comisaria de la sala. Esto hace que haya allí un know-how o saber hacer vinculado de este modo al territorio. 

En cuanto a la madera en sí, los bosques vascos son diversos, con pinus radiata —especie introducida en reforestaciones del siglo XX— y especies autóctonas. El pinus radiata, en el que se centra la exposición de la sala, con fotografías de María Azkarate, “es un material que funciona relativamente bien para usos de madera estructural”, explica Ferrer.

A la hora de transformar esa madera, la proximidad también es importante. “Hay que transformarla cerca del recurso para que el transporte sea lo más eficiente posible”, señala la arquitecta. Pero es todo un proceso complejo y con retos que todavía no se han solucionado. “Los aserraderos están considerados industria en primera transformación, por lo que en muchos casos pueden situarse en terrenos agrícolas. Pero, una vez que se pasa a la producción de un CLT o al ensamblaje de sistemas grandes y más complejos, ya no es posible utilizar un terreno calificado como agrícola. Es un reto, porque si se quiere crecer, muchas veces eso puede pasar en el mismo lugar, hay que llegar a acuerdos, planes de desarrollo municipal, etc.», ejemplifica.

Almacén de paneles de madera contralaminada (CLT) en la planta de Egoin Albertia en Legutio (Araba). María Azkarate

 

Las cuatro agendas para un futuro en madera

Que la madera se haya consolidado ya como material de construcción en España no significa que esté ya todo hecho en cuestiones de descarbonización y equilibrio territorial. Para seguir avanzando en ese proyecto, el comisariado de la sala Materials explora cuatro estrategias de cara al futuro:

  1. Biodiversidad. Diversificar el número de especies que se utilizan en la construcción, fortaleciendo así los ecosistemas. Carla Ferrer pone como ejemplo el haya y menciona el proyecto Life, que busca poder poner los hayedos en producción. “Cuando se demanda el uso del recurso para la construcción, suele repercutir en un bosque mejor cuidado, más sano”.
  2. Redensificación. Extender los edificios verticalmente gracias a la madera (un material ligero), además de convertirlos en sumideros de carbono, revierte el proceso de suburbanización.
  3. Monomaterialidad. La madera tiene capacidad para comprender todos los elementos de un sistema constructivo, por lo que es interesante ampliar su uso más allá de su capacidad portante.
  4. Industrialización. Sistemas de fabricación y puesta en obra más eficiente contribuirán a aumentar su uso.