CONEXIÓN CON… MARÍA SALGADO, ARTISTA Y DISEÑADORA DE MODELOS EN LEGO

María Salgado acabó en el mundo de los juguetes por casualidad. Después de estudiar Ingeniería de Diseño de Producto, hizo una beca en SEAT en Barcelona. Un día, estando por la calle, se encontró con un compañero de carrera que le contó que había ido a hacer una entrevista de trabajo en una empresa de juguetes. «Me pareció muy guay, nunca se me había ocurrido, pero, claro, ¡alguien tiene que diseñar los juguetes!», cuenta. Como buscaban a dos personas, se presentó también y los cogieron a los dos. Tres años después, vio una oferta de empleo en LEGO y se presentó. El proceso de selección duró varios meses, pero la seleccionaron y se mudó a Dinamarca, donde compagina el trabajo con su producción artística. En 2024, tras varios años en la empresa danesa, se tomó un año de excedencia en el que estuvo entre Galicia y Dinamarca. Se reincorporó en 2025.

En ese año de excedencia abriste con tu padre, el diseñador Xosé Salgado, el Espazo Salgado. ¿Cómo surgió la idea? ¿Cuál es el objetivo del espacio?

Tenía la idea del espacio desde hace tiempo, abrir un sitio con mi padre para también motivarlo a que volviese a pintar, porque hacía cosas en casa, pero más en pequeño formato. No es lo mismo disponer de un espacio al que poder ir y hacer cosas un poco más grandes. O ya simplemente cambiar el chip, llegar ahí y estar más en modo exploración. Lo de la excedencia quería hacerlo ya desde hace tiempo y me dije: «bueno, pues mira, lo hago ya y aprovechamos para abrir el local». Yo ya he vuelto al trabajo, pero mi padre sigue allí y va casi todos los días. 

 

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En esa época trabajando codo con codo, ¿colaborasteis también en alguna obra? 

Sí, a veces cada uno hacíamos nuestras cosas, a veces trabajábamos juntos. La intención del local era pasarlo bien, experimentar los dos juntos. Como estábamos experimentando, no queríamos hacerlo con materiales supercaros, queríamos probar cosas. Por ejemplo, había una ferretería que estaba en liquidación en el barrio, así que nos pasamos y compramos algunos materiales que estaban en descuento y que no están pensados para pintar en papel o en lienzo. Y desde ahí probamos cosas juntos, a veces a cuatro manos y a veces de forma individual. 

Es interesante, porque él viene más de eso, de atreverse, y también le gusta lo más abstracto y que el material sea el que haga su trabajo y tú seas un medio que va dirigiendo. Yo vengo más de lo figurativo, de una ingeniería que es bastante artística y creativa, pero una ingeniería al fin y al cabo, y también de la ilustración. Desde ahí, quería pasar a un formato más grande y olvidarme un poco de dibujar o de controlar tanto, soltarme, y en vez de hacer más ilustración, hacer más obra artística. Nos retroalimentábamos bastante.

 

También hicisteis juntos algunos talleres, tanto en el local como fuera. Uno de ellos fue el que impartisteis en A Panda da Dá en el verano de 2024 .¿En qué consistió? 

El taller de Finsa en A Panda da Dá era sobre acuarela experimental. Trabajamos con la acuarela porque queríamos un medio que no fuese tóxico, y no lo hicimos sobre mesa, sino sobre unas tablas, para ir moviendo y jugando con el cuerpo, el agua, la posición… La acuarela se puede trabajar de muchas formas, como todos los materiales, puedes explorar del modo que quieras, pero el enfoque sobre el que nos gusta trabajar a mi padre y a mí es ese de darle un poco una vuelta. Lo llamamos acuarela experimental para que la gente no pensase que iba a ser llegar y pintar el paisaje del lugar.

 

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Ahora estás de vuelta en Dinamarca y en tu trabajo en LEGO. ¿En qué consiste? ¿cuál es tu labor allí? 

Es un trabajo que solo se tiene en LEGO, el título es diseñadora de modelos, model designer. Cuando compras una caja de LEGO, viene con unas instrucciones, que son para hacer ese modelo en concreto, como un barco pirata. Ese barco pirata alguien lo tuvo que diseñar con las piezas de LEGO que existen. Mi trabajo es ese, básicamente escoger las piezas que existen en el sistema de LEGO y diseñar con eso. En la otra empresa de juguetes, la herramienta que usábamos para diseñar era el dibujo y el modelado en 3D. Ahora, más que modelado en 3D, uso las piezas de LEGO. El dibujo aún lo sigo usando porque para las primeras etapas, para comunicar, vale mucho. 

 

¿Cuántos diseñadores trabajáis en cada modelo? ¿Cuánto tarda cada proyecto?

Es un equipo grande, pero normalmente los model designers trabajamos como mucho entre dos o tres. Después están también los element designers, los graphic designers… Y también los que hacen las instrucciones, que participan en el proceso de diseño. Tiene que ser un diálogo con ellos, que te dicen, por ejemplo, si algo es posible para una edad determinada. La duración depende del proyecto. En diseño está la fase de concepto, y después la de desarrollo. Suele ser alrededor de un año todo el diseño, luego se pasa a la fase de producción. Ahora yo estoy un poco más en la fase de concepto, y trabajamos a tres, cuatro años vista. Pero en desarrollo hablamos de uno o dos años vista. 

 

¿Qué dirías que has aprendido en LEGO y estando en Dinamarca? 

Una de las cosas que tiene LEGO es que es un ambiente muy internacional. Al estar rodeada de gente de otros lugares, con diferentes perspectivas y diferentes formas de ver el mundo, te das cuenta de que a lo mejor cosas o tradiciones que veías normales, o visiones del mundo, otras personas no las tienen de esa forma. Intentas también buscar un poco tu familia, tus amigos se convierten en tu familia. Y aprendes a estar sola. 

 

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¿Y crees que en tu producción artística esto se ha colado de alguna forma? 

Sí, definitivamente sí. Ahora cuando por ejemplo vuelvo a Galicia, lo miro todo de otra forma. Trabajo mucho la rutina, la cotidianidad y un poco la tradición. Como también hago figurativo, tengo que encontrar discursos y motivos para dibujar, para hacer la temática de una serie de grabados, por ejemplo. Y ahí tiro mucho de eso, de Galicia, de la tradición, la cotidianidad de allí. Si no estuviese fuera, posiblemente hablase de otra cosa. 

 

A lo mejor mirabas más fuera y no tanto a casa.

Quizás. También hay una cosa que me gustaría tratar en algún momento: el sentimiento de desarraigo. Porque sí que lo siento y de momento no lo trabajo tanto, quizá porque no encontré aún la forma de comunicarlo. Tengo ahí algunas cosas sobre cómo me siento a raíz de vivir fuera de las que no he tirado tanto, quizá un poco también por vergüenza. A lo mejor en unos años, con más madurez… Son sentimientos que me gustaría entender antes hablar de ellos.

 

Tus padres son artistas, diseñadores. ¿Cómo crees que eso te ha influido? 

De pequeña tu familia es lo que conoces y lo ves todo como normal, pero luego, echando la vista atrás, sí ves cosas que te han influido. Cuando íbamos de viaje, por ejemplo, siempre íbamos a muchísimos museos. Me llevaban y me explicaban las obras, los artistas. Yo me aburría y me cansaba, pero después te das cuenta de que lógicamente sí que influyó, porque había muchos artistas que con 14 o 15 años ya conocía y había visto obras de casi todos. También el ambiente en A Coruña, de las amistades de mis padres… Sí te influye, pero no te das cuenta hasta más tarde.

 

¿Qué caracteriza tu obra artística?

Creo que observar a la gente. Cuando vuelvo a Galicia, quizá porque echo de menos ese contexto de las expresiones de la gente o las costumbres que ya no tengo a mi alrededor, salir a la calle es como estar en casa, y me fijo en cosas como las típicas interacciones de dos señores hablando sentados en un banco, con muchos gestos. Observar la gente, la cotidianidad y el día a día.

También explorar con diferentes medios, con cosas como el grabado, intentando llevar el dibujo a diferentes formatos. En ilustración se trabaja más con un encargo y pensando en una reproductividad. Yo intento quedarme con esos elementos figurativos, porque me sigue gustando contar algo con una escena o recrear una atmósfera, pero sin pensar en encargos y con la intención de hacer obra única.

 

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Le das también mucha importancia a la sostenibilidad. ¿Cómo la introduces? 

Es un tema que me preocupa y con el que me siento involucrada. He encontrado una forma de tratarla desde el punto de vista de la comida, algo que también se vincula a la tradición de Galicia. Hace ya 6 años que no como carne ni pescado. No es simplemente lo que te pones en el plato, también cómo afecta, cambia o replantea mis interacciones sociales cuando vuelvo a Galicia. Intento enfocarlo por ahí, porque lo de la comida es un gran cambio que podemos hacer simplemente yendo al supermercado y decidiendo qué comprar y qué no y tiene un impacto muy grande a nivel medioambiental.

 

¿Buscas la sostenibilidad también a través de los materiales?

Lo intento, sí. Por ejemplo, ahora trabajo con óleo al agua, un tipo de óleo que se ha popularizado en los últimos años y que es más sostenible, se limpia con agua. Intento también reusar papeles y materiales. Aquí en Dinamarca hay mucha cultura de la segunda mano, así que muchas veces los fines de semana voy a las tiendas de segunda mano y hay un montón de restos de papeles antiguos. No siempre se consigue, pero lo intento. Otro ejemplo: mi pareja cose, hace trajes históricos y yo uso los restos de tela para pintar. En la medida de lo posible, intento reusar materiales y no utilizar productos tóxicos, encontrar un equilibrio.

 

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¿Cómo es un día en tu vida?

Me levanto sobre las 6:45. En la oficina tenemos flexibilidad para la hora de entrar. Lo bueno de la filosofía danesa y nórdica en general es el equilibrio entre vida personal y vida laboral. Normalmente llego a la oficina antes de las 9, suelo ir en coche con algunos amigos o con los compañeros o en autobús, me lleva media hora. En la oficina, solemos tener alguna reunión por la mañana para definir y contar al resto del equipo lo que vamos a estar trabajando cada uno. Sobre las 12 vamos a comer, media horita. Las reuniones se concentran por la mañana y luego por la tarde construyo, o en el ordenador o voy a la librería de piezas. A veces tenemos alguna sesión de brainstorming que lleva todo el día. A las 4 salgo y vuelvo para donde vivo, Vejle. Como tengo muchas horas hasta la noche, ahí es cuando aprovecho y hago mis proyectos. Los inviernos son largos, mis proyectos son una forma también de evadirme.

 

Podría parecer que tu trabajo consiste en jugar…

Nos lo tomamos en serio, claro, pero el ambiente es muy chulo, porque al final hacemos juguetes. A veces nos ponemos demasiado preocupados por un proyecto que a lo mejor no es exactamente lo que teníamos en mente. Pero siempre hay alguien que recuerda: «a ver, hacemos juguetes, ¿vale?». Si diseñas juguetes desde la amargura, no te va a salir tan bien. Tiene que ser divertido. 

 

¿De dónde sacas tu inspiración diaria?

De mis orígenes. A veces también intento usar el arte como una forma de terapia. Si algo me preocupa, por ejemplo, la sostenibilidad, ¿por qué no aplicarlo a lo que hago? Intento volcar mis pensamientos o mis preocupaciones. Desde hace años intento también trabajar en series, en proyectos que conceptualmente estén bajo un mismo marco. También intento recordarme que no todo tiene que ser superserio. Puedes volver a dibujar solo por dibujar, no porque vayas a hacer una exposición o participar en un proyecto. Intento también siempre mantener una libreta de bocetos, llevarla conmigo y dibujar al aire libre, dibujar algún edificio, algo a lo que no estoy tan habituada. Eso también me permite explorar con materiales diferentes y hacer ejercicios y de ahí muchas veces salen un montón de ideas, porque a veces si te pones con la hoja en blanco es complicado.

 

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¿Dónde te ves dentro de diez años?

Es todo tan incierto en estos momentos que no lo sé, pero me gustaría estar en Galicia.