Encuentros Finsa & Tectónica: ¿Cómo afectará a la arquitectura la crisis del coronavirus?

¿Cómo adaptar la vivienda a nuevos usos? ¿Cómo serán los modelos residenciales para mayores en el futuro? ¿El teletrabajo acabará con los espacios de oficinas? Nadie mejor que los propios arquitectos para dar respuesta a estas y otras preguntas relativas al efecto de la crisis del coronavirus en la arquitectura. Los encuentros digitales organizados en abril y mayo por Finsa y la plataforma Tectónica han reunido ante una pantalla a los representantes de algunos de los principales estudios de arquitectura españoles, y he aquí las reflexiones que nos han dejado.

Viviendas flexibles y espacios adaptables

La imaginación de los usuarios para adaptar sus espacios al confinamiento despierta la admiración de  Anna & Eugeni Bach e Íñigo García Odiaga, de VAUMM, participantes en el primer diálogo, centrado en la vivienda. “La arquitectura debería lanzar un proyecto de investigación y cartografiar todos estos recursos desarrollados por los vecinos para incluirlos en un registro de soluciones de futuro que podamos manejar los arquitectos”, propone Íñigo García.

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Para Eugeni Bach, la arquitectura debe responder dotando de flexibilidad a los espacios, algo que esta situación ha puesto a prueba. Por ejemplo, olvidar las definiciones rígidas de las estancias para que se conviertan en espacios mutables, de usos variables en función de la necesidad: ocio, trabajo, deporte… No nos dejemos limitar por los nombres. La cocina no tiene por qué ser solo para cocinar, también puede actuar como una sala de juegos para los niños o el espacio de trabajo que necesita el teletrabajador. “La no especialización de los espacios siempre ofrecerá una mayor flexibilidad”, apunta Anna Bach.

Eugeni predice la crisis del modelo loft, que ofrecía mucha superficie pero sin capacidad de subdivisión en un momento en que las viviendas necesitan convertirse en diferentes cosas: oficina, gimnasio, escuela… Mientras Íñigo García propone dotar al usuario de una vivienda como un “lienzo en blanco”, con las dimensiones adecuadas, para que él lo modifique según sus necesidades, con muebles multiusos.

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Ventanas reales y virtuales

Si la difusión de la tuberculosis impulsó medidas como la ampliación de las ventanas para facilitar la ventilación de las viviendas, Íñigo García no descarta ver modificaciones vinculadas a razones higiénicas. Aunque todos coinciden en que resolver las deficiencias que ha puesto de relieve este uso intenso de nuestras viviendas ya era una demanda habitual de la arquitectura, frenada por los promotores: correcta ventilación e insolación, espacios exteriores, estancias flexibles…

Dos manifestaciones concretas de cómo ha cambiado nuestro modo de ver las viviendas han sido la valorización de balcones y terrazas, que se han convertido en una estancia más de la vivienda a la que hemos trasladado nuestra intimidad, como explica Anna Bach, y la incorporación de “ventanas virtuales” a otras casas, que pone de manifiesto la necesidad de habilitar espacios para el silencio y el aislamiento.

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Nuevos modelos para comunidades de mayores

Uno de los espacios más afectados por la pandemia en toda Europa han sido las residencias de mayores, tema tratado en el segundo diálogo, que contó con la participación de Óscar Miguel Ares y Juan Manuel Nicás, de Padilla Nicás.  En este ámbito la arquitectura trabaja para ofrecer modelos diferentes que se adapten a distintos tipos de vejez, como los apartamentos tutelados, el co-housing o la rehabilitación de viviendas.

Ambos coinciden en la importancia de que los mayores puedan permanecer en su entorno, y desarrollan proyectos en esa línea. Padilla Nicás lo hace a través de la reforma de viviendas, como la que un cliente regaló a sus padres para que pudiesen permanecer en su casa de toda la vida. Óscar Miguel Ares va más allá transformando un barrio envejecido en una comunidad de mayores donde no solo los pisos, sino también el entorno urbano, se pliegan a las necesidades de estos. Los avances tecnológicos, a los que hemos visto adaptarse a los mayores estos días, como la teleasistencia o el control domótico, pueden ayudar en este camino.

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Las residencias seguirán siendo una institución necesaria, pero Óscar Miguel Ares pone el acento en la función terapéutica de la arquitectura y la necesidad de trasladar allí la sensación de hogar. Juanma Nicás cree que deberían hacer un esfuerzo por alejarse de la estética hospitalaria y adoptar un carácter más humano, con habitaciones más espaciosas y luminosas a las que los residentes puedan llevar sus propios muebles.

Si Nicás confía en que esta crisis ponga fin al hacinamiento en las macrorresidencias que agrupan hasta a 300 usuarios, Ares cree que será la propia evolución demográfica, con un porcentaje de mayores en continuo aumento, la que traerá los cambios.

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¿El fin de las oficinas?

El confinamiento se ha convertido en el caldo de cultivo de un “gigantesco experimento universal”, como señaló el director de Tectónica, José María Marzo, encargado de moderar el tercer diálogo, entorno a los espacios de trabajo, en el que participaron, Fermín Vázquez, de b720, y Carlos Arroyo. Mientras oficinas de todo el mundo se quedaban vacías, los trabajadores se llevaban el trabajo a casa. Unas casas que van a tener que empezar a tenerlo en cuenta para evitar que el trabajo invada la intimidad, señalaron.

Esta imposición del teletrabajo nos ha hecho conscientes de que en muchos momentos podemos vivir sin la oficina. ¿Va a suponer esto su fin? Fermín Vázquez tiene claro que no vamos a renunciar a trabajar juntos por la necesidad humana de relacionarnos, aunque aprenderemos a combinar la actividad en oficina con el teletrabajo. Por ejemplo, evitando desplazamientos innecesarios a reuniones que se pueden realizar por videoconferencia.

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Sin embargo, los actuales edificios de oficinas, donde los puestos operativos se acumulan en pocos metros cuadrados y proliferan los espacios abiertos, están llamados a cambiar. Fermín Vázquez espera que esto no se traduzca en un mayor aislamiento –con soluciones temporales como mamparas y separadores-, sino en una mayor amplitud.

Carlos Arroyo aboga por los espacios flexibles, sin jerarquías ni despachos ni puestos fijos, sino opciones para desarrollar diferentes tipos de trabajo: escritorios, áreas de reuniones, zonas para concentrarse… Es el espacio el que se adapta al ocupante, y no al revés. También Fermín Vázquez plantea la creación de edificios de uso mixto y de menor escala que los actuales.

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Al igual que en las viviendas, las nuevas necesidades se traducirán en medidas con criterio higienista que deberían integrarse en las normativas. Carlos Arroyo pone como ejemplo la creciente preocupación por la calidad del aire en las salas de trabajo, una demanda que relaciona con el síndrome del “edificio enfermo” y que seguramente se intensificará.

Si te has quedado con ganas de más, puedes ver todos los diálogos completos en el canal de Youtube de Finsa.