Arquitectura en climas extremos: condiciones gélidas

Ventanas hacia el sur, colores oscuros y un uso adecuado de la geotermia. Estas son las claves a tener en cuenta para construir en los climas gélidos de nuestro planeta, un reto arquitectónico.

En las latitudes altas de la Tierra, la radiación solar incide permanentemente con un ángulo muy bajo, lo que la minimiza al tener que atravesar gran cantidad de masa atmosférica. Por otro lado, desde los círculos polares, existen zonas en las que no llega a amanecer durante 6 meses. Como consecuencia, las temperaturas que se alcanzan en estas áreas son muy bajas durante todo el año, incluso durante el verano, y la baja radiación solar hace inútiles las estrategias de captación de sol o de calentamiento.

La humedad, en general alta, provoca un incremento de la sensación de frío. En este tipo de climas la opción básica de diseño es la conservación del calor  que se genera de una forma más o menos convencional en el interior. Sin embargo, en los climas de montaña, aunque las temperaturas son bajas, la irradiancia solar es elevada, por lo que es perfectamente posible emplear estrategias de captación solar, combinadas con las de aislamiento térmico.

 

La clave: arquitectura bioclimática

La naturaleza nos ofrece lo imprescindible para acomodarnos en nuestros hogares, estén donde estén. La arquitectura bioclimática se centra en el diseño de edificios teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas, y el aprovechamiento de los recursos disponibles (sol, vegetación, lluvia, vientos) para disminuir los impactos ambientales, intentando reducir el consumo de energía.

Esta disciplina está íntimamente ligada a la construcción ecológica, que estructuras o procesos de construcción respetuosos con el medio ambiente y que usan recursos de manera eficiente durante todo el tiempo de vida de la construcción. Es algo que conocen muy bien en la ciudad más fría del mundo, Yakutsk, en Rusia. En este documental se explica cómo vive su población en unas condiciones extremadamente difíciles.

 

Cómo construir en climas gélidos

Los invariantes de la arquitectura popular en los climas de latitudes altas se basan en tres estrategias básicas: aislamiento térmico y conservación de la energía, empleo de materiales de calentamiento lento para el acabado interior y ventilación para eliminar el exceso de humedad. Como consecuencia de estos condicionantes, las características específicas suelen ser las siguientes:

  • Formas muy compactas y con factores de forma bajos, incluso en los edificios enterrados o semienterrados, ya que aprovechan la inercia térmica de la tierra que los rodea, estabilizando la oscilación de temperatura.
  • Muros gruesos que retardan las variaciones térmicas.
  • Empleo de la madera, tanto en los cerramientos como en los acabados
  • Huecos pequeños.
  • Colores oscuros que atraigan la radiación
  • Ventilación a través de las
  • Cubiertas con aislamiento en forma de vegetación. Si nos fijamos en aplicaciones reales de arquitectura popular en las que se haya desarrollado esta estrategia, podemos seguir el ejemplo de las casas de turba islandesas.
Casas de turba en Islandia

 

¿Qué materiales se deben utilizar?

La selección de materiales es una decisión relevante de la que depende el aislamiento de la vivienda. Gracias a ellos, el hogar soportará las inclemencias del tiempo además de garantizar una mayor duración. Algunos de los productos que se recomienda utilizar en climas gélidos son los siguientes:

  • Madera Teca, un tipo de madera flexible pero duradera gracias a su alto contenido en aceites y gomas naturales
  • Yeso, un material muy utilizado para revestimientos, forjados y tabiques, ya desde el antiguo Egipto
  • Piedra caliza, principal materia para la fabricación de
  • Vidrio, muy común en las construcciones

 

La nieve como aislante

Lo que en un primer momento puede parecer un inconveniente, se convierte en una ventaja. Una nieve compacta contiene un 50 % de aire. Este aire es el responsable de que la temperatura no pase de un lado al otro del manto de nieve o lo haga lentamente. Este es el principio básico de un iglú: evitar que se introduzca el frío y que el calor se escape.

En la antigüedad, en los Alpes y Escandinavia, se colocaban piedras y troncos en los techos para aumentar fricción y retención de nieve a fin de que actuará como aislante térmico. En la época moderna, los guardanieves cumplen esta función.

Cabaña en Malsev

Sin embargo, es importante controlar la cantidad de nieve acumulada puesto que, si hay demasiado peso, se volverá en nuestra contra. Este es el motivo por el que los tejados de las casas construidas en climas fríos tienen una mayor pendiente.

 

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