EPD: la garantía contra el greenwashing

Tienes ese proyecto en mente perfectamente delineado. Ahora solo falta asegurarte de que los materiales sean respetuosos con el medio ambiente. ¿Qué guía puedes seguir para construir en clave sostenible? En este artículo te resumíamos las distintas ecoetiquetas y certificaciones verdes que existen. Ahora, en este post, queremos profundizar en la Declaración Ambiental de Producto (DAP/EPD), sus estándares, beneficios y retos de futuro.

 

¿Qué es una EPD?

La DAP (en español) es una ecoetiqueta de tipo III certificada por un agente externo que elabora una ficha que nos indica el impacto de un producto en todo su ciclo de vida. Nos permite comparar el impacto implícito en la fabricación de cada material que sopesemos utilizar en nuestros proyectos. Se trata de una declaración voluntaria con la que sabremos los efectos positivos o negativos que pudiese tener esa solución tanto a niveles medioambientales como de salud.

 

¿Qué estándares mide una EPD?

El documento resultante se ampara en normativas y estándares internacionales que ofrecen transparencia sobre el impacto tanto a utilizadores como a clientes finales.

¿Cómo se verifica? A través de auditores externos que siguen un criterio específico según la categoría de material que se esté analizando. En definitiva, condensa y clarifica el desempeño de esa solución desde su fabricación hasta su desecho.

¿Qué información incluyen? Podrás comprobar:

  • Consumo de recursos naturales.
  • Emisiones de gases de efecto invernadero.
  • Contaminación del aire, agua y suelo.

Esta información se presenta de manera cuantitativa y a menudo se presenta en forma de tablas y gráficos para facilitar la comprensión y comparación entre diferentes productos.

 

¿Qué beneficios reporta una EPD?

Además de reforzar la obtención de certificaciones medioambientales y sostenibles como LEED, permite que profesionales de arquitectura e interiorismo obtengan un documento estandarizado que proporciona información sobre el impacto ambiental de un producto a lo largo de su ciclo de vida. Y no solo es válido para profesionales, también posibilita que el público sea consciente del impacto de un producto a lo largo de toda su vida útil, descubriendo la importancia de la circularidad.

 

EPDs contra la ecoimpostura

A pesar de tratarse de una declaración voluntaria, la EPD obliga a diseñadores, fabricantes y a la cadena de suministro a ver sus procesos desde un microscopio y a través de la cooperación, ya que una Declaración Ambiental de Producto positiva parte de un correcto análisis del Ciclo de Vida del material, desde el nacimiento hasta la reutilización (en caso de que sea posible). Por este motivo, la ecoetiqueta está llamada a ser una herramienta contra la ecoimpostura o greenwashing, esto es, el uso ilícito de la sostenibilidad bajo el único fin de diferenciarse en el mercado.

 

Los retos de las EPDs

Estas ecoetiquetas deben afrontar tres retos principales para seguir siendo útiles y fiables:

  1. Garantizar la sostenibilidad sin comprometer la funcionalidad ni la estética.
  2. Educar en la necesidad de comprender la historia completa de cada material y la complejidad de evaluación de su ciclo de vida, ya que, por ejemplo, hay plásticos petroquímicos que han sido verificados con EPD.
  3. Expandir su uso y accesibilidad a través de la legislación y armonización de estándares, una línea en la que ya se encuentran países como Dinamarca, Suecia y Noruega.

Ahora que ya sabes más sobre la ecoetiqueta EPD queremos despedirnos con un consejo: apóyate en materiotecas y asesores técnicos