Juan Garaizabal: “La obra de arte debe despertar fascinación”

Sus esculturas monumentales de acero se encuentran en París, Estados Unidos, Francia, Rumanía, Italia y España. No en vano, Juan Garaizabal (Madrid, 1951) entiende el arte como un viaje de exploración. Participa en la exposición Tienen madera de la galería Álvaro Alcázar, de la que una representación se mostró también en ARCO 2021. Hacemos CONEXIÓN CON… Juan Garaizabal para conocer la inspiración y el universo creativo del artista.

Háblanos de la escultura de gran formato que forma parte de la exposición Tienen madera, que avanza una figura que remite a las bodegas.

Los vasos son un concepto reiterado en mi arte. De hecho, ahora mismo tengo varios expuestos en el centro de París. La idea era componer una masa de maderas que produjeran ese efecto masivo de vaso. He dispuesto los troncos cortados en cuadrado de manera modular, casi matricial, y trabajé directamente sobre ellos con una motosierra.

Generar la pieza ha sido un combate cuerpo a cuerpo por lo masivo de sus componentes. La madera juega como relleno del vaso y el acero supone un límite que en realidad no lo es del todo, porque está inacabado. Desde luego, la obra resultante es la primera en su género, tanto por los materiales, la escala y la forma en la que se creó.

Es indudable el protagonismo de los materiales en tus obras. En este caso has empleado bloques de madera maciza y los has combinado con acero. ¿Qué importancia tienen para ti los materiales, y, en este caso, la incorporación de la madera a la pieza?

Cuando creas arte trabajas con varios elementos a los que vas dando forma: las ideas, las visiones que tienes de lo que estás buscando y los materiales, que pueden acelerar o frenar determinadas facetas. Por ejemplo, determinadas texturas alcanzan cierto protagonismo sobre las ideas, y, en ocasiones, las dos esferas, material e inmaterial, se retroalimentan: tienes una idea, piensas que ese material puede llevarte ahí y al final la idea lo acaba modificando.

En esta pieza se combinan dos materiales que juntos, más que sumar, multiplican. Me explico. El acero es inalterable, mientras que la madera no. Existe una tensión entre lo orgánico y lo inorgánico. La obra debe despertarte un pensamiento, debe generar en ti un efecto de querer tenerlo, verlo, tocarlo… algo que te haga sentir fascinación. Será porque he vivido mucho mercadillo y conozco la sensación que hay detrás de los objetos. En ocasiones es inexplicable, solo hay que dejarse llevar y sentir las cualidades del material: la geometría, el tacto, la calidez… y en eso la madera ha sido insuperable.

 

¿Cómo definirías tu arte? Aunque se te conoce más por la escultura pública, eres muy polifacético y has cultivado varias disciplinas.

En efecto, pero ese conocimiento viene dado porque lo monumental tiene la capacidad de entrar en la vida de la gente, y eso hace que sea más notorio. Cultivo obra gráfica y pintura, siempre acompañando a la escultura. En realidad, lo que yo hago podría denominarse exploración.

Siempre me pregunto, ¿hacia dónde tiene más sentido que avance? Ese es mi punto de arranque. Empezar por donde puedo aportar, en terrenos menos pisados, campos que no habían sido tocados y lenguajes escultóricos que no habían sido desarrollados. Esto supone una incomodidad intelectual, te duele todo el cuerpo, pero estás llegando a zonas que te llevan a otras. Con esto quiero decir que el viaje no siempre es agradable, pero el resultado siempre es lo inexplorado.

Y hablando de viajes, vives entre Berlín, Madrid, Miami… ¿podrías decir que eres un nómada?

Me gusta solucionar problemas y la aventura. Todo viene por un viaje iniciático, por una suerte de expedición cuando era pequeño y mi madre nos llevó en coche por África y Asia. Pero no es tanto el dónde sino el cómo. El cómo es la clave. Fuimos por caminos que no transitaba casi nadie, a veces usando camiones que había que arreglar. Esa es la idea y lo que conecta con lo que hago: plantear objetivos y ver cómo se puede llegar de un punto a otro. Se parece a un viaje, sí. Algo así como decirse “quiero ir al Tibet por un camino que no se ha hecho…” y preparas todo lo que necesitas para explorar.

 

¿Hubo un antes y un después en el mundo del arte tras los confinamientos provocados por el coronavirus?

Hubo un contraste entre lo que ha pasado globalmente y lo que hemos vivido los artistas. En mi caso, he seguido la línea que llevaba, en aumento de horizontes y de trabajos. No he descubierto ni la calma ni la naturaleza porque, en realidad, ya las conocía.  No he parado ni un solo minuto. Hasta las semanas confinado en casa las aproveché para empezar a aprender chino, y gracias a ello ahora lo hablo con cierta soltura.

 

¿Te inspiras más en modo online u offline?

Combino todo el rato, porque no hay una sola situación en la que no se me ocurra algo que consultar. Cuanto más me interesa lo que veo, más quiero investigar cuando llego a casa. Me gusta no ser quien conduce para poder mirar, consultar… todo a la vez. Es magnífico que hoy en día puedes ver un campanario a lo lejos, te acercas, preguntas, llamas, googleas… todo desde un mismo dispositivo.

También hay que decir que las ideas no tienen obligación de un momento concreto, se pueden tener durmiendo, duchándose… Eso sí, requieren un porcentaje importante de soledad, porque hay que permitir un hueco para que se filtren.

 

¿Qué revistas, libros o blogs te inspiran?

Me interesa la historia, he vuelto sobre surrealismo francés y he releído obras existencialistas como La espuma de los días o Un balcón en el bosque. Siempre me ha interesado más la literatura porque es un ejercicio lo suficientemente alejado del plano práctico. Busco reflexión y, sobre todo, humor, algo que encuentro tanto en el surrealismo como en el existencialismo.

La música también es esencial. El cine me interesa porque durante el confinamiento profundicé en imagen y grabación, así como en narración audiovisual. Además, he descubierto que la plataforma Filmin me entiende muy bien gracias a haberle dedicado tiempo, sobre todo al realismo italiano. Debo resaltar que soy muy dado a dejar los visionados incompletos cuando ya considero que me han aportado algo relevante. Quiero decir con esto que no hay instrucciones para cómo y cuánto debes ver las cosas.

Por último, creo en las redes sociales como medio de comunicación. Empleo Instagram con cierta frecuencia. Gracias a su carácter asíncrono permite que las personas te dediquen su tiempo cuando les resulta adecuado. Un artista es alguien que te obliga a pensar en él, así que no pongas a pensar a una persona cuando tú quieras… es algo reservado a pequeños momentos.