CONEXIÓN CON… Cristal Reza, artista 3D

El motor de su creatividad es la imaginación y su pasión por el color y el detalle. También, quizá, porque no ha dejado nunca de jugar y sigue alimentando, trabajo tras trabajo, la fantasía y el gusto por todo lo tecnológico que cultiva desde niña. Cristal Reza (Celanova, Ourense, 1984) disfruta innovando con sus diseños digitales mientras crece su dimensión internacional.

Facebook ha adquirido tres de sus obras para el metaverso y ha expuesto en la Fashion Week de Milán un caleidoscopio gigante y animado que le encargaron la firma estadounidense Mattel y la revista Vogue Italia dentro del cual el público tuvo una experiencia inmersiva rodeado de espejos en los que se proyectaban icónicos juguetes de la marca como Barbie y Ken, Hot Wheels o Fisher Price.  Hacemos CONEXIÓN CON… Cristal Reza para conocer más su obra y todo lo que inspira su mundo artístico.

 

 

¿Siempre has sido así de creativa?

No sé. Mi padre, por ejemplo, escribe, y mi madre siempre ha hecho manualidades, cosas alucinantes. Y recuerdo que de pequeña yo pintaba algunas cosas, pero nada del otro mundo. Lo que sí nos ha ido siempre es el rollo tecnológico porque mis padres, ya entonces, compraron nuestro primer ordenador y jugábamos al Monkey Island, una de las primeras aventuras gráficas que hubo, o el videojuego de Indiana Jones, y nos encantaba. Más que por lo artístico, yo creo que lo que nos fomentaban era la imaginación. Mi casa está llena de libros y muchos de ellos son de fantasía.

 

¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Mattel y Vogue en Italia? ¿Cómo surgió esta colaboración? ¿Te sorprendió que te eligieran?

Pues es que como ahora es todo tan digital, al final los proyectos que me salen vienen a través de las redes sociales, de Instagram y de páginas web más especializadas en diseño como Behance o Dribbble. Me llamó la atención porque me contactó Vogue y me pegaba más que lo hubiera hecho Mattel, por el juego, pero bueno, fue estupendo. Luego me contaron que los de Vogue encontraron a varios artistas por Instagram, que hicieron una lista, se la pasaron a Mattel y Mattel decidió. Fue una decisión de los dos. Y la experiencia fue muy buena. Era para un evento de moda, pero con quien yo trabajé más ligada fue con los diseñadores de Mattel y hablábamos el mismo lenguaje.

 

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¿Qué efecto querías crear con ese caleidoscopio tan grande y onírico?

La idea del caleidoscopio realmente fue de ellos. Me preguntaron qué me parecía y me encantó. A partir de ahí fuimos viendo qué se podía hacer. Yo tenía muy claro que al estar relacionado con Mattel tenían que ser colores muy fuertes. Lo que hicimos es que la gente pudiera meterse dentro del caleidoscopio y dentro en ese mundo. Porque es una mezcla en la que está reflejada la animación en los espejos, pero la persona que entra también se ve reflejada. Desde fuera eso no se ve.

 

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Definitivamente, los juguetes no son solo para los niños, ¿no?

No, para nada, a mí me gustan mucho. La verdad es que a veces veo algunos y digo: “Jo, no me puedo comprar esto porque voy a quedar fatal“. Pero es que hay algunas cosas… La imaginación de los creadores de juguetes a veces me parece alucinante. De hecho, hay un juguete que nunca tuve y siempre me dio mucha pena no tenerlo, las polly pocket. Me hacían muchísima gracia porque tenías una concha del tamaño de tu mano, de plástico, claro, y cuando la abrías tenías a una muñequita con su habitación, su baño, un vestidor… Era tremendo. Y no hay que olvidar que de mi quinta es el tamagochi. Me gustaban todos los juguetes electrónicos.

 

Realmente, con tu obra artística sigues jugando, hay un componente muy lúdico. Creas criaturas increíbles, letras que dan ganas de apretar, dulces que dan ganas de comer… Todo con mucho color y texturas muy atractivas…

Hago cosas de diseño que a lo mejor no me encajan tanto, pero aun así hay muchas cosas de lo laboral que disfruto muchísimo haciéndolas. Sobre todo porque llega un punto en el que como a la gente le gusta lo que haces tal cual lo has hecho, te piden justo eso. No te tienes que ajustar tanto tú a su perfil, sino que te piden lo que haces tú. Entonces sigues un poco jugando. Y lo del color es porque me encanta. Eso no quiere decir que no tenga algunos trabajos en blanco y negro y, de hecho, tengo planeada alguna obra así, lo que pasa es que cuando estoy trabajando con colores me digo: “No, no, más fuerte”. Parece que nunca me llega y a veces, al final, lo veo y pienso: “Me he pasado”.

 

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Es que tus obras son alegres, transmiten positivismo y buen humor. También son vibrantes e intensas, pero a la vez muy relajantes.

Quitando las obras que ya están asentadas en un mundo y tienen un fondo, las que son solas y su fondo es totalmente blanco, como una pared o similar, es una pasada lo que puedes hacer con el 3D. Es que algunas de verdad parece que puedes cogerlas con la mano y llevártelas contigo. Y si las ves una pantalla más grande, más aún. Y que tengas la idea y que la tecnología te permita hacer eso, jugar con la mente de esa manera, es increíble. Porque parece que puedes coger esa cosa y quieres tocarla, o como cuando hago algo con pelos y hasta piensas que te parece suave. Ya no es solo que eso te guste o no, es que estás transmitiendo una sensación. Lo estás viendo y dices: “Jo, qué suave es”. Pero realmente no lo sabes.

 

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De hecho, tú misma sueles decir que te apasiona tu trabajo como diseñadora 3D porque mantiene viva tu imaginación.

A mí me gustan mucho los cómics, los libros de fantasía y ciencia ficción, pero a veces siento como que no me llegan. Y como no voy a poder ir a Marte, ya me gustaría, pues me invento este mundo de fantasía aquí. Una de las cosas que no hacía y empecé a hacer ahora, y aún no soy buena, aunque todo se andará, es poner audio a mis animaciones. No música, sino sonidos. No es lo mismo verlas sin sonido que con sonido, que te aporta más cosas y las enriquece todavía más.

 

Arte digital, moda, innovación, juguetes… ¿El futuro está en estas nuevas sinergias creativas?

Yo creo que sí, entre otras cosas porque no vivo solo de mi arte nada más. Puedo tener la suerte de que compren algunos de mis trabajos, pero eso no quiere decir que nosotros los diseñadores no tengamos que ir donde están los clientes. Y los clientes, ahora mismo, lo que demandan es este rollo digital y de animación. Estamos en una buena época. El mundo va por ahí y, de hecho, la persona que no tenga un móvil en la mano es que no existe. Pero a mí me siguen gustando los libros en papel, que continúan ahí a pesar del libro electrónico.

Me hace mucha gracia porque, por ejemplo, tengo libros de ilustración y cómics en papel cuya publicidad para internet la anuncian con animaciones de la portada. Las maneras de promocionar ahora han cambiado mucho. Hemos pasado de hacer un faldón en prensa a tener anuncios en redes sociales. Todo ha evolucionado una barbaridad. Esto va muy rápido y, o te acostumbras, o acabas muerto. No hay más.

 

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Dada tu proyección internacional, ¿crees que se te valora más fuera que aquí, en tu país?

No lo sé. Sí que estoy trabajando más para fuera, pero estos últimos meses estoy haciéndolo bastante en España. Pero yo no creo que sea cuestión de trabajar aquí o fuera, de que se te valore más o menos. Ya estamos en un mundo totalmente global, por lo que cuando publico algo en Instagram, cuando creo algo, lo hago para un público global. Da igual de dónde sea el artista. A veces me contratan desde Estados Unidos, a veces desde Francia o a veces desde Barcelona, depende. A mucha gente con la que trabajo no la he visto en mi vida y vivimos en el mismo país. Y desde la pandemia se hizo más fácil aún y se vio que se podía trabajar igual.

 

¿Qué es el metaverso para ti? ¿Cómo ves ese nuevo mundo?

Creo que si estás en un videojuego, ya estás metido en el metaverso. El caso es que hay muchos mundos ahí. Queremos verlo como Ready Player One, la película de Steven Spielberg en la que te enchufas unas gafas y ya estás metido en otro mundo, pero el problema es que hay muchos, no solo uno. Hay el mundo en el que, si quieres tener tu avatar es estilo Minecraft, pixelizado, pero, si te vas al otro mundo de no sé qué, tienes un avatar distinto. Meta, por ejemplo, acaba de sacar unos avatares tan realistas grabándote con cámaras 3D que pareces tú de verdad. Entonces, el problema es que no hay un mundo solo, hay muchísimos.

 

¿Crearías un NFT?

Hace poco vi una charla universitaria muy interesante sobre el tema del arte digital y su denostación frente al arte tradicional. Porque, claro, parece que se puede hacer un óleo y estar en el Museo del Prado, pero si haces una animación chulísima con materiales digitales, pues como que no vale. No es justo y no tiene sentido, no tiene ninguna lógica.

El NFT lo que hace es que un artista digital pueda llegar a vender una obra igual que hace un artista plástico normal. Por esa parte, lo veo bien. Pero nada más porque, al final, la copia sí es la misma, nos pongamos como nos pongamos. Es decir, mi cuadro puede tener un número de serie y ser solo mío, pero la copia es exactamente la misma. Sin embargo, no puedes copiar un lienzo y que sea exactamente el mismo. Puedes hacerlo con una fotografía, pero tampoco va a tener las mismas rugosidades. Hay muchas características que no se pueden traspasar.

En cuanto a la compra y venta de NFT… creo que tiene que evolucionar todavía mucho para que pueda llegar a ser no solo rentable, sino que tenga lógica. Porque para mí sigue siendo una copia. Tengo sentimientos encontrados al respecto. Yo sé que hay cosas que se están haciendo como una vertiente aparte. Hay una empresa francesa llamada ArtPoint que tiene una cartera de artistas como una galería tradicional, pero son artistas digitales. Y, al igual que una galería de siempre puede ceder una obra para exponerla en un determinado lugar, esta gente hace lo mismo, pero para una pantalla de un hotel, por ejemplo. Y eso sí me parece que está bien, que los artistas digitales puedan alquilar su obra para diversos espacios.

 

Eras diseñadora gráfica, estudiaste publicidad y en el terreno 3D has sido 100% autodidacta. ¿Cómo ha sido tu evolución?

En la carrera, realmente, asignaturas en las que te enseñen las herramientas para diseñar en 3D no hay. Considero que tenía que haber hecho una FP o un grado específico para estas cosas, pero me metí en publicidad. Aunque he acabado en el punto que quería.

Lo que siempre he tenido claro es que quería hacer algo creativo, algo que fuera por ahí, por eso elegí la rama de diseño y creatividad. A partir de ahí, me busqué la vida. Lo bueno es que hay un montón de recursos, hay mucha gente que hace tutoriales y los comparte. La historia está en cómo lo manejes tú porque puedes hacer lo mismo que esa gente, pero luego la creatividad ya depende de cada uno. ¿Pero los sistemas de aprendizaje? ¡Es que todo está en la red! Tenemos que aprender que hay otras maneras de enseñar. Y no tienen por qué ser peores que las tradicionales.

 

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¿Te han ayudado esas otras disciplinas a ser la Cristal Reza artista digital que eres?

Claro, porque aprendí muchísimo, cómo manejar los espacios, cómo componer los colores… Y ahora yo estoy más centrada en el 3D, pero yo mezclo mucho. Porque la base, y eso lo aprendes en publicidad, tiene que ser la creatividad que suponga ese trabajo. Y no solo es la idea o el concepto, es cómo usas los colores, la combinación que haces… Pero la gente que sigo porque me gusta su trabajo no hace solo rollos en 3D. O cuando hago un moodboard para ver ejemplos de cosas, hay de todo: ropa, papiroflexia…

 

¿Y qué te interesa fuera del universo digital?

Muchas cosas, pero lo digital me tira mucho. Soy un poco ermitaña. Pero lo cierto es que el tema natural me encanta y creo que es algo que se ve en las cosas que hago. No solo porque haga setas, sino en los colores, las texturas… No me gusta jugar con colores planos y ya está, sino que ese color tenga textura, aunque sea grimosa y se parezca a la de un musgo pegado a una piedra.