Biodiseño: arquitectura e interiorismo vivos

La inspiración la tuvimos siempre a nuestro alrededor: en la naturaleza. Esa es de forma muy sintetizada la esencia del biodiseño, una disciplina que, como su propio nombre indica, combina los seres vivos, la vida, con el diseño. Pero ¿qué significa esto exactamente? ¿Cuáles son sus aplicaciones principales? ¿Puede usarse para una arquitectura sostenible o para un interiorismo más innovador?

¿Qué es el biodiseño?

El biodiseño busca la inspiración en la naturaleza, pero va más allá de la estética: en vez de simplemente copiar o imitar a los seres vivos (como un avión se parece a un pájaro), los proyectos de biodiseño los integran. Hongos, algas o bacterias, entre otros muchos organismos, pueden formar parte intrínseca de los productos de esta disciplina, que se convierten, en cierto modo, en seres vivos también.

Aunque buscar inspiración en la naturaleza es algo que llevamos siglos haciendo, los orígenes del biodiseño en sí están a finales del siglo XX, cuando se publicó el libro Biomímesis, de Janine Benyus. No obstante, la primera definición del término no llegó hasta 2012, cuando el autor y experto en diseño William Myers publicó, con el Museo de Arte Modermo de Nueva York (MoMA), Bio Design: Nature + Science + Creativity. El volumen, en el que se hacía eco de proyectos “que integran la biología de forma original, a menudo para mejorar el rendimiento ecológico”, dio el pistoletazo de salida al movimiento.

En la introducción, definía el biodiseño del siguiente modo: “A diferencia de la biomimética, el de cuna a cuna y el popular pero frustrantemente vago ‘diseño verde’, el biodiseño se refiere específicamente a la incorporación de organismos o ecosistemas vivos como componentes esenciales, potenciando la función de la obra final”. No debe confundirse tampoco con la biofilia, que se refiere más a la búsqueda de una conexión con la naturaleza que a la integración de organismos vivos (ambas filosofías, eso sí, pueden coexistir en un mismo espacio).

El biodiseño se ha usado ya en multitud de sectores. Desde la medicina, con la creación de órganos que permiten depender menos de la donación, hasta la industria textil y de la moda, con el desarrollo de tejidos que, por ejemplo, son 100% biodegradables. También en la energía y en la agricultura se están viendo numerosas aplicaciones del biodiseño. Y, por supuesto, en la arquitectura y el interiorismo.

 

El biodiseño en arquitectura

En House of Biodesign, un colectivo londinense que busca informar y concienciar, dicen que los principios del biodiseño son cuatro: sostenibilidad, colaboración interdisciplinar, biomímesis y diseño centrado en la especie humana. Todo esto se puede trasladar también al mundo de la arquitectura, especialmente a través del uso de biomateriales y prácticas de construcción sostenibles.

Así, nos encontramos con construcciones que, por ejemplo, utilizan micelio (un componente de los hongos), un material que es orgánico y biodegradable. Un ejemplo de esto fue Hy-Fi, unas torres construidas con ladrillos que habían sido cultivados a partir de cañas y de esta parte de los hongos. El proyecto, ganador del concurso del Young Architects Program del MoMA en 2014, además de estar vivo, ser sostenible en su construcción y proporcionar refugio ante el calor, es totalmente biodegradable. Es decir, no dejará huella.

 

El biodiseño en interiorismo

“Tanto en la arquitectura como en el interiorismo adaptamos el biodiseño creando espacios con muebles hechos de materiales naturales”, resume Cristina Cruz Delgado, arquitecta de interiores y profesora del Grado en Diseño de Interiores de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). “En interiores hemos contado con muebles de cartón, realizando mesas, sillas y creando espacios únicamente con piezas recicladas. Por otro lado, también encontramos los jardines verticales que incluimos en diseños exteriores e interiores”, explica.

El mobiliario es el lugar principal de experimentación con el biodiseño en interiores. Más allá del uso de materiales naturales que comentaba la experta, aquí también llenan titulares y ganan concursos las propuestas con hongos. En 2024 también, el Design Student Award de iF Design se lo llevó MYCOsella Viridis, una silla de micelio.

 

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El biodiseñador Gavin Munro, del que te hablábamos en Connections by Finsa, lleva mucho tiempo cultivando mobiliario, desde la semilla hasta el producto final, que puede tardar años en estar listo y es siempre único.

 

Materiales para el biodiseño

Más allá de las bondades de los hongos, el biodiseño recurre también con frecuencia a las propiedades de las algas y muchos microbios. Las primeras absorben dióxido de carbono y producen oxígeno, por lo que utilizarlas en la construcción equivale a plantar árboles. Los segundos están presentes en materiales como los biocementos que se autorreparan: cuando detectan una grieta por la entrada de agua, las esporas con las que está sembrado reaccionan creciendo y tapando la fisura.

En cuanto a los materiales naturales del biodiseño, la madera, con sus ventajas de sostenibilidad, tiene también un papel central. Pero no son tampoco maderas cualquiera: ejemplos como Superpan H Tech P5 E-Z Superpan Vapourstop E-Z, tableros estructurales resistentes a la humedad y la flexión, permiten sustituir el pladur en tabiquerías y cubiertas. En interiores, tableros como Fibrapan BIO, de fibras de densidad media, resistente a la humedad y fabricado con colas de origen Bio, sin formaldehído añadido y con una parafina de origen biológico, son también soluciones aliadas de los biodiseñadores. En exteriores, Finsa Infinite Tricoya es un tablero de fibras para uso exterior fabricado a partir de madera acetilada de extraordinaria durabilidad (garantizado por 50 años o 25 en contacto con el suelo), elevada estabilidad dimensional y mínimo hinchamiento.

 

Retos del biodiseño

Si el biodiseño es tan bueno, tan prometedor y, en cierto modo, tan imprescindible para hacer frente a la crisis climática, ¿por qué no es todavía la primera estrategia que se plantea a la hora de construir edificios o diseñar sus interiores? “Nos solemos encontrar con el principal inconveniente, que es el costo inicial, ya que todos estos materiales, así como las tecnologías asociadas a ellos, suelen ser muy caros”, asegura Cruz Delgado. Además, la experta achaca a “la falta de información sobre estos materiales” las dificultades a la hora de su aplicación.

 

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Por otra parte, en la revista The Oxford Scientist destacan que el biodiseño, al emplear organismos vivos, se enfrenta también a algunos retos de índole ética, y hay quien se pregunta si no se trata de otra forma de explotación más de la especie humana sobre los seres vivos con los que convive. Aun así, teniendo en cuenta que el biodiseño puede ayudar a, en parte, reparar parte del daño infligido sobre el medio ambiente, esas consideraciones éticas no están teniendo demasiado recorrido.

La profesora de la UNIR añade un último asunto pendiente: “La formación tanto a profesionales de la arquitectura y del interiorismo ayudaría a concienciar al cliente final sobre sus beneficios”, concluye.  Si el biodiseño es el futuro, resulta necesario empezar a invertir en él cuanto antes.