Arquitectura e interiorismo textil: una realidad palpable

Desde las carpas nómadas hasta los pabellones feriales o las cubiertas tensadas, el uso de textiles en arquitectura e interiorismo evocaba estructuras ligeras, rápidas de montar y pensadas para un tiempo limitado. Eran soluciones prácticas, ingeniosas y con un fuerte componente cultural, pero no se asociaban a la idea de permanencia o durabilidad.

Aunque pueda parecer un concepto reciente, la arquitectura textil hunde sus raíces en la historia. Civilizaciones antiguas ya empleaban pieles y tejidos como recurso constructivo: las yurtas mongolas, por ejemplo, eran ligeras, fáciles de armar y transportar, adaptándose a un modo de vida itinerante. La esencia era la misma que hoy: estructuras versátiles, de poco peso por metro cuadrado y capaces de responder a necesidades cambiantes.

 

Esa percepción, que asociaba lo textil a lo efímero, ha cambiado radicalmente en las últimas décadas. La arquitectura textil ya no se entiende como una modalidad capaz de transfigurar espacios de manera estable, sostenible y estética. No solo protege, también define, y además, ha pasado de ser una especialidad marginal a ocupar un lugar creciente en proyectos residenciales, corporativos y comerciales.

 

La evolución de la arquitectura y el interiorismo textil

La transformación de lo textil en el hábitat ha sido progresiva. Al principio, los tejidos se incorporaban en grandes estructuras singulares: cubiertas de estadios, auditorios al aire libre o espacios feriales, entre otros. Los avances técnicos en membranas tensadas, fibras de alta resistencia y recubrimientos impermeables permitieron levantar iconos que demostraban que los tejidos podían competir con el acero o el vidrio en ligereza y versatilidad.

La llegada de los textiles modernos, como las fibras sintéticas y revestimientos de alta tecnología, ha consolidado esta evolución. Destaca el ETFE, un compuesto transparente, resistente y ligero que ha revolucionado el diseño de cubiertas y fachadas. Estos materiales no solo aguantan mejor la climatología, sino que permiten geometrías complejas y flexibles, abriendo un abanico de posibilidades creativas.

El salto cualitativo llegó cuando lo textil se introdujo en la escala cotidiana. Viviendas, oficinas, hoteles o incluso espacios educativos comenzaron a incorporar textiles no solo en elementos blandos como cortinas o tapicerías, sino en superficies arquitectónicas: panelados, revestimientos, cabeceros, interiores de armarios o incluso fachadas ventiladas.

 

Del mueble a la arquitectura textil

En la actualidad, los textiles en arquitectura e interiorismo se utilizan en múltiples contextos:

  • Revestimientos interiores: aportan calidez visual y táctil en paredes, cabeceros o traseras de armarios.
  • Mobiliario integrado: un armario o un cajón puede estar acabado con una superficie textil, generando continuidad estética con otros elementos tapizados.
  • Espacios colectivos: vestíbulos de hoteles, salas de espera o zonas de coworking utilizan tejidos técnicos para mejorar la acústica y ofrecer una sensación mucho más acogedora.
  • Fachadas y cubiertas: los textiles técnicos se emplean como membranas o filtros solares, generando segundas pieles que controlan la radiación y reducen el consumo energético.
Acabado Linum de la gama Fabric de Habitat 360

 

Una de las últimas novedades en el sector se produce con la llegada del ecosistema Habitat 360; soluciones donde se integra la nueva gama Fabric. Esta línea incluye acabados textiles y de cuero reciclado ya aplicados sobre tablero, lo que permite llevar la calidez y la textura de un tejido a superficies como armarios, cabeceros, frentes de baño o incluso piezas de mobiliario tapizadas con el mismo material.

Dentro de Fabric destaca Linum, un acabado textil que recuerda al tacto de un sofá y aporta un carácter sensorial único, con aplicaciones que van desde los interiores de vestidores hasta panelados decorativos o mobiliario. Una propuesta que ilustra cómo lo textil se ha convertido en material capaz de unir diseño, confort y sostenibilidad.

 

Reivindicar la sensorialidad

En un momento en el que se busca que los espacios transmitan confort, los textiles responden con una ventaja diferencial. Un tablero acabado en textil ofrece una experiencia más humana, vinculada a lo cotidiano: recuerda al sofá de casa, a la tapicería de una silla, a la textura de una prenda. Precisamente, algo que te permite la gama Fabric: solicitar el material para tapizar cualquier elemento. 

Además, tienen la capacidad de cambiar el ambiente sin necesidad de obras complejas, un revestimiento textil puede mejorar la acústica de una sala de reuniones o convertir un dormitorio en un espacio más cálido y envolvente.

 

Mucho tacto con la sostenibilidad

La innovación reciente ha ido más allá de lo sensorial. La gran revolución de los textiles arquitectónicos es su conexión con la sostenibilidad. La industria ha aprendido a recuperar fibras recicladas, a reconstituir pieles a partir de residuos de sectores como el calzado, a emplear adhesivos de origen vegetal y a reducir los químicos innecesarios en los procesos de teñido. Con ello, se cierra un círculo virtuoso: los materiales que antes eran considerados desecho ahora se transforman en superficies de alto valor estético y funcional. 

Su capacidad de desmontaje y reutilización convierte a lo textil en una de las disciplinas más sostenibles. Basta recordar los Juegos Olímpicos de Londres 2012: muchas de las construcciones textiles levantadas para el evento fueron desmanteladas y posteriormente recicladas o reubicadas, generando un impacto ambiental mínimo. De esta manera, los textiles contribuyen a reducir la huella ecológica de la construcción y el diseño de interiores.

 

Ejemplos internacionales de arquitectura textil

La arquitectura textil ha dado lugar a proyectos icónicos que han marcado la evolución de esta disciplina. El Allianz Arena en Múnich, Alemania, es uno de los más conocidos. Su fachada está cubierta con cojines inflables de ETFE que pueden iluminarse en distintos colores. 

 

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Otro referente es el Eden Project, en Cornwall (Reino Unido), donde varias cúpulas geodésicas recubiertas de ETFE albergan ecosistemas de todo el mundo. En Londres, el Pabellón Serpentine, diseñado por el estudio español SelgasCano, exploró un uso colorido y envolvente del ETFE, generando una estructura temporal que se convirtió en símbolo de creatividad. 

En España también existen ejemplos significativos, como las Setas de Sevilla, una estructura de madera protegida con una membrana de poliuretano que la resguarda de los elementos y potencia su durabilidad.

Todos ellos demuestran que los textiles no son un recurso menor, sino un lenguaje arquitectónico contemporáneo.