Uno de los objetivos de eventos como la Bienal de Arquitectura de Venecia, que este año celebra su 19.ª edición, es ir más allá del presente. Hay que plantear preguntas y sugerir posibilidades de futuro, abrir puertas que muestren caminos diferentes. Partiendo de esta idea, el comisariado responsable de la sala Materials del Pabellón de España, el equipo de profesionales de la arquitectura Daniel Ibáñez y Carla Ferrer, plantean como parte de su propuesta cuatro agendas o cuatro futuros posibles gracias al uso de la madera. En la exposición se materializan en cuatro grandes tótems. Cada uno de ellos representa una de esas agendas que la construcción y la arquitectura deberían tener en cuenta de cara al futuro: redensificación, industrialización, biodiversidad y monomaterialidad.
Redensificación: ciudades que crecen en vertical
“Sabemos que las ciudades, hoy en día, son básicamente focos de emisiones de carbono. Una idea bonita que surge con la madera es darle la vuelta y que se conviertan en sumideros de carbono”, explica sobre esta primera agenda Daniel Ibáñez. Si montáramos una ciudad desde cero, en un lugar en el que la madera es un material de proximidad, podríamos simplemente construir edificios de madera, pero eso no modificaría las emisiones que seguirían saliendo de las urbes ya existentes. Es ahí donde entra la idea de redensificar el tejido urbano. Porque, frente a la sensación de que lo que es necesario en realidad es decrecer las ciudades, la ecología urbana defiende lo contrario.
“Las ciudades que son más ecológicas son las que tienen una alta densidad, una alta capacidad, donde puedes compartir muchas de las infraestructuras, frente al modelo suburbano americano que es muy extensivo, dependiente del coche y de las carreteras”, señala Ibáñez. Aunque en Estados Unidos construyan en madera, los beneficios que se consiguen a través del material quedan neutralizados y superados por la gran huella urbana del petróleo y de las carreteras, añade.
Pero ¿cómo redensificar? La propuesta que hacen desde la sala Materials es extender verticalmente los edificios gracias a la madera. “Es ligera. Muchas veces puedes construir dos y tres pisos encima de estructuras existentes sin tener que tocar las cimentaciones”, detalla el arquitecto. Como ejemplo, habla del Ensanche barcelonés, una zona que en las últimas décadas ha perdido mucha población. “Hoy vive un 30 % de las personas que vivían hace 50 años, porque antes eran familias numerosas con ocho personas viviendo en un piso en el que hoy solo hay un anciano o una pareja”. Añadir pisos sería una estrategia para “ganar a nivel ambiental, tener más vivienda en el tejido local y aprovechar mejores infraestructuras que ya tenemos”, concluye.
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Industrialización: construcción en fábrica
La industrialización de la construcción —entendida aquí como la construcción offsite— no es tampoco un concepto nuevo, y todos los beneficios que aporta con cualquier otro material (rapidez, precisión, menor contaminación ambiental y acústica) se aplican también cuando lo que se está manipulando es madera. Su futuro parece además estar garantizado por el apoyo e impulso que se le está dando desde la Administración. “En estos días se ha aprobado el PERTE para la industrialización de la vivienda. Es un plan estratégico de resiliencia del Gobierno de España, del Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana. Ya hay mucha vivienda pública, sobre todo en Cataluña, donde ya se está construyendo de esta manera”, expone Carla Ferrer, también comisaria de la sala Materials. Eso sí, que ya se esté planteando de este modo no significa que se trate de algo mayoritario. “Todavía lo hacemos casi todo de forma manual, de forma muy poco sofisticada”, añade Ibáñez.
El tótem que en la sala está dedicado a este futuro muestra en la maqueta el cambio en el elemento base de la arquitectura. “Ya no es la mano y el ladrillo. Ahora es el gran panel y el tamaño máximo en el que puede viajar, que es el tamaño máximo de un tráiler” apunta el arquitecto.
Biodiversidad: la madera no es algo genérico
A menudo, cuando se habla de madera, se tiende a referirse a ella como algo genérico, como si se tratase de un ente único y diese igual de qué árbol ha salido. Sin embargo, esto no es así. “No tiene nada que ver una madera de crecimiento lento, autóctona, que una madera de crecimiento rápido en una plantación”, ejemplifica Daniel Ibáñez haciendo referencia a si construir con este material está siempre bien. Pero, más allá de la sostenibilidad de la madera según su origen, distintas especies son también más o menos indicadas para distintos usos, algo que hace 50 o 100 años se tenía muy en cuenta. “Los esquís se hacían con un tipo de madera que te aguantaba muy bien la humedad y era muy flexible. Tenías el mobiliario hecho con un tipo de madera que era muy robusto y aguantaba bien las carpinterías. Había una selección mucho más cuidada”, asegura Ibáñez.
La agenda de la biodiversidad busca poner eso sobre la mesa: cada madera tiene sus pros y sus características no tan positivas, y la arquitectura “debería empezar a abrazar esas especialidades” para mejorar a nivel de edificio y de territorio. Además, utilizar un único tipo de madera para todo tiene también consecuencias medioambientales: si solo hay demanda de pino, solo se plantarán pinos. “Diversificar la demanda y tener más especies, pues hará también que nuestros bosques sean más más biodiversos”, apunta el arquitecto.
Sobre el estado actual de esta agenda en España, Carla Ferrer explica que, como “todavía estamos utilizando materiales y tecnologías importados y el uso de madera es minoritario”, pedir que se usen distintas especies de árboles es un asunto complejo. Aun así, proyectos como Life Haya, que promueven distintos usos de la madera de haya, entre ellos la construcción (harán un edificio piloto con un sistema constructivo al que llaman Hayabitat), muestran que poco a poco se van dando pasos en esa dirección.
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Monomaterialidad: cuantos menos materiales, mejor
En el texto para la Bienal, los comisarios de la sala Materials indican que esta cuarta agenda “especula sobre una arquitectura basada en cadenas de valor regionales, equilibrando necesidades operacionales con huellas embebidas mediante el uso intensivo de madera en estructura, acabados, mobiliario y revestimientos”. Se trata, en realidad, de intentar reducir al máximo el número de materiales que se utilizan en la construcción. Carla Ferrer, que vive en Milán (Italia), cuenta que allí ve como, por ejemplo, en Suiza, ya se notan partes de ese camino hacia la monomaterialidad en madera. “Que las fachadas —no el revestimiento, sino los paneles de la fachada— sean de madera es algo completamente normal”, ejemplifica.
Sin embargo, en España todavía lo más habitual es que, si te fijas en cualquier edificio, veas multitud de materiales diferentes. “Venimos de un paradigma que ha priorizado aprovecharse del mercado globalizado sin importar de dónde vengan los materiales o cuántos utilices”, explica Daniel Ibáñez. Pero deberíamos ir hacia lo contrario, entender que este modo de construcción tiene un peaje ambiental muy alto y cambiar el foco. “Si fuera capaz de hacer un edificio donde la madera es el 95 % y es una madera que viene de proximidad, gestionada sosteniblemente, etc., el beneficio sería doble: no solo por el hecho de utilizar madera, sino porque no estoy utilizando millones de otros materiales que tienen sus cadenas de valor asociadas con múltiples industrias, transportes y demás”, señala.
Al igual que la biodiversidad, esto es algo que también se hacía ya en el pasado, pero que, con la globalización, dejó de hacerse. “Como antes era imposible traer el material de mil sitios, construían con lo que tenían. Una casa de piedra era, fundamentalmente, una casa de piedra”. En este futuro de la monomaterialidad, la madera está también llena de posibilidades: vale como elemento estructural, de cerramiento, es un aislante relativamente bueno, sirve para acabados, para hacer mobiliario… “La madera tiene esa capacidad de hacer un montón de cosas muy bien”, concluye Daniel Ibáñez.
A través de estas cuatro agendas, de estos cuatro futuros, es posible no solo imaginar, sino también descubrir eso que ya se está haciendo para descarbonizar ciudades y edificios. Como señalan en el texto de la sala Materials de la Bienal, “además de este impacto positivo en un sector altamente contaminante, construir adecuadamente con madera puede generar un efecto transformador en el territorio: una internalidad”.

