Neoartesanía: resurgir de lo artesano

Más allá de los movimientos “Hazlo tú mismo” o DIY (Do It Yourself) y, mucho antes, del Arts&Crafts —nacido en Gran Bretaña a finales del siglo XIX y capitaneado por el polifacético William Morris, quien estaba obsesionado con llevar el arte desde los museos a la vida cotidiana, al hogar— si hay algo que en la actualidad es capaz de unir el puro goce estético con lo meramente práctico, útil, funcional, junto a la producción manual, sin duda es la neoartesanía: un universo de creaciones de artesanos y artesanas contemporáneos que, desde sus talleres, sofistican e impulsan las técnicas ancestrales mediante la aplicación de nuevas tecnologías que ayudan a dar forma a sus obras sin alterar por ello los procesos esenciales de sus respectivos oficios.

 

¿Qué es la neoartesanía?

Puede parecer sencillo, pero esta pareja formada por la innovación y el arte tradicional ha dado un paso más y ha creado un híbrido sin precedentes. Sí, el tándem artesanía e industria, trabajo manual y realizado por máquinas, tradición y tecnología, tiene cabida en este resurgir del homo faber a través de esta corriente que fusiona las técnicas de la producción hand made con la metodología del diseño industrial y el trampolín que supone el empleo de herramientas tecnológicas y digitales como la impresión 3D, el diseño asistido por ordenador (CAD) o el corte láser. La neoartesanía consiste, de hecho, en la adaptación de ambos mundos de forma que convivan sin perder ninguno de ellos su identidad.

En ocasiones, son las nuevas tecnologías las que sirven de apoyo a la labor artesanal, hasta el punto de facilitar procesos que, de otra forma, requerirían un mayor esfuerzo físico por parte del propio creador. Y también le permiten proyectar una pieza antes de producirla. “Hacer es pensar”, escribió el sociólogo e investigador Richard Sennett, filósofo del pragmatismo, en su ensayo El Artesano (The Craftsman, 2008). Al fin y al cabo, podría decirse que cualquier objeto, incluso los industriales, han sido siempre un prototipo en origen, creados por primera vez por la mano del hombre, de modo artesanal.

 

Pujanza del arte artesano

Sabemos que el mercado cambia, que los hábitos de consumo se modifican y, en este contexto postcoronavirus, estamos asistiendo al regreso de los productos más naturales, tradicionales, cuidados y personalizados. Con alma. Que cuentan una historia y conectan con las raíces. Sus seguidores —fieles consumidores— aumentan año a año. Hace no tanto imperaba la idea de que la artesanía, en sus distintos oficios, estaba llamada a desaparecer ante la producción industrial, pero hoy ocurre exactamente lo contrario. Con la pujanza del “arte artesano” —y la evolución registrada en cuestión de materiales, herramientas y metodología de trabajo y de diseño— una nueva generación reivindica las propias manos como transmisoras de ese antiguo conocimiento.

 

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¿Es industrializar la artesanía?

Pero la simbiosis entre artesanía, diseño e industria no conduce a la fabricación en serie o en masa. Todo lo contrario: una de las principales características de estos objetos neoartesanos, hechos a mano bajo premisas tecnológicas, es que nunca hay dos iguales. Su manufactura implica tiempo, dedicación y sabiduría. Y combinan distintos elementos (arte, tradición, diseño, creatividad individual, innovación, originalidad, calidad y excelencia) en busca del equilibrio. Siempre desde el respeto al oficio ancestral, más allá de la automatización de los procesos. Son la antítesis de la producción perfecta.

 

Lo sostenible manda

La neoartesanía, además, implica un camino inequívoco hacia lo sostenible. La nueva generación de maestros artesanos es consciente de la huella ecológica que dejamos y apuesta para elaborar sus piezas con materiales naturales, nobles, orgánicos. Desde la madera, el cuero y las piedras preciosas hasta la cerámica, el vidrio o el textil.

Pero también hay otras vías de creación. Es el caso de la jovencísima diseñadora vasca Laura Herrero, ganadora del Samsung EGO Innovation Project en 2019, con una clara inclinación de su manera de hacer moda hacia la experimentación y la tecnología. En las prendas de su primera colección, bautizada como Syntsis, ha utilizado la fabricación digital, impresión 3D sobre tejidos elásticos y también materiales inteligentes como tintes o pigmentos termocrómicos superpuestos (que, con el cambio de temperatura, hacen aflorar otros colores “escondidos”) y circuitos integrados que se adaptan a materiales con memoria para cambiar de forma o tamaño. Ahora trabaja para Inditex, como investigadora de tendencias en Bershka.

 

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Maneras de hacer (y de vivir)

Que la neoartesanía pisa con fuerza en la actualidad es evidente. Hay muchos más ejemplos de ello. El estudio de diseño Dsnú, en Madrid, cuenta con un taller artesanal propio en el que desde 2016 trabajan mano a mano Ana Martínez, arquitecta y joyera, y David de Felipe, artista plástico y ceramista. Utilizan impresión 3D y otras nuevas técnicas y sus piezas (joyas, jarrones, esculturas) son productos de diseño que, como ellos mismos afirman en su web, combinan sus “conocimientos sobre diferentes técnicas y materiales tradicionales aplicados desde un punto de vista contemporáneo”.

 

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Otra vuelta de tuerca, muy pensada y trabajada, la ha dado Studio Simone Post, que también participó con Finsa en una innovadora propuesta sobre sus productos a través de Envisions Design-Lab. La diseñadora y su equipo, con base en Rótterdam, acaba de confeccionar dos escaparates de pura fantasía en la tienda Ginza Maison Hermès en Tokio hechos por completo de caramelo de malvavisco.

El lema de la prestigiosa casa de moda para este 2022 es la ligereza y lo primero que pensó esta artesana contemporánea fue en esos dulces esponjosos. Con esa fuente de inspiración, Post colaboró con un fabricante holandés de malvaviscos y ambos los transformaron en material de diseño, en algo similar a cables de hilo de gran tamaño con los que fabricaron todos los muebles y accesorios que se ven tras el cristal: desde la lámpara, la alfombra y el espejo hasta el perchero, la mesa, el puf y la planta.

 

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Esta es otra muestra de la artesanía renovada y vanguardista que hace Studio Simone Post:

 

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Sara Sorribes es otra de las representantes de este movimiento neoartesano. Tercera generación de una familia de maestros del vidrio, lleva este material a otro nivel a través de sus diseños actuales. Esta lámpara escultura la creó para la firma Bohème Design:

 

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Los azulejos artesanales son otra gran vía para la creatividad combinada con la tecnología, al igual que la impresión 3D en arcilla que emplea el argentino Guillermo Silpituca para hacer jarrones o la impresionante obra cerámica del vallisoletano Alberto Bustos:

 

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La revisión innovadora en la confección de piezas con tejidos es el centro de la obra de la artesana bilbaína y creadora textil Soledad Santiesteban y del lucense Santiago Besteiro, quien trabaja con piel para confeccionar floreros, al igual que la diseñadora irlandesa Sarah Ryan y sus elaborados corsés:

 

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Inés Sistiaga es otro ejemplo. Diseñadora e investigadora textil, además de profesora universitaria, trabaja entre España y Países Bajos y centra su trabajo en la exploración de materiales y estructuras con otros lenguajes visuales y nuevas propuestas a través de la tecnología artesanal y digital como programadora de punto. Desde hace poco, además, colabora con Zara Home en diseño y desarrollo textil, una muestra más del interés de las multinacionales en la incorporación del mundo artesanal a su gama de productos.

 

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Antes de desembarcar en Inditex, Sistiaga trabajó para el estudio de Lucas Muñoz, otro diseñador afincado entre Madrid y Holanda que trabaja con materiales de construcción, en el diseño upcycling, y cuyos proyectos artesanales, muy personales, experimentales y creativos, redefinen objetos tan domésticos como las sillas (que ha hecho con tubos de ventilación), las lámparas (con tinajas o ladrillos) los monopatines (con rocas), los taburetes (con piedras) o los tiradores de puertas (con cables eléctricos). Sus piezas se han expuesto en el Salone de Milano y en el London Design Festival y su reforma del restaurante Mo de Movimiento, en Madrid, le valió el premio Dezeen Award 2021 y el de la revista FRAME, ambos, precisamente, a la sostenibilidad:

 

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Redeiras Artesás es otro proyecto enmarcado en esta nueva ola de la artesanía. Rosa y Chus, rederas de Corme, en la Costa da Morte, han trasladado su ancestral oficio al diseño de complementos, moda y decoración sin perder las raíces y con una clara vocación ecológica y de reciclaje:

 

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Neoartesanía en redes sociales

La neoartesanía es otro modelo de producir. No compite con el mercado global, no tiene sus recursos, tampoco utiliza sus métodos. Pero sí se ha adaptado a los canales de comunicación actuales y ha entendido la importancia que tienen las redes sociales como plataforma para ganar visibilidad y conexión con su público y, por qué no, como solución comercial.

La mala o nula relación con el mundo digital era, de hecho, uno de los obstáculos que hasta ahora tenía la artesanía tradicional. Los nuevos artesanos ya no crean en sus talleres aislados del mundo. Saben que necesitan una buena marca, ganar reputación, invertir tiempo y esfuerzo en la comunicación digital y crear contenido de calidad que ayude a adquirir sus productos.

La nueva ola artesanal es, quizá, la mejor manera de no abandonar los oficios de siempre y recordar las palabras del poeta mexicano Octavio Paz: La artesanía no quiere durar milenios, ni está poseída por la prisa de morir pronto. Transcurre con los días, fluye con nosotros, se gasta poco a poco, no busca la muerte ni la niega. La acepta. Entre el tiempo sin tiempo del museo y el tiempo acelerado de la técnica, la artesanía es el latido del tiempo humano. Es un objeto útil pero que también es hermoso; un objeto que dura pero que se acaba y se resigna a acabarse; un objeto que no es único como la obra de arte y que puede ser reemplazado por otro objeto parecido, pero no idéntico. La artesanía nos enseña a vivir y así nos enseña a morir”.