¿Es posible concebir edificios que, al final de su vida útil, no se conviertan en escombros sino en recursos valiosos para nuevas construcciones? Desde luego que sí. La respuesta afirmativa a esta pregunta está impulsada por el concepto de diseño para la deconstrucción o para el desmontaje (Design for Disassembly, DfD, por sus siglas en inglés), una estrategia emergente en la arquitectura que promueve la creación de estructuras pensadas desde su origen para ser desmontadas y reutilizadas, alineándose con los principios de la economía circular y la sostenibilidad.
Pero, ¿Qué aplicaciones existen ya con este enfoque? ¿Son exclusivas para edificios con ciertas características y materiales? Vamos a conocer más a fondo qué propone esta deconstrucción positiva.
El paradigma tradicional: de la demolición al desperdicio
Históricamente, la demolición ha sido el destino final de muchas edificaciones, generando enormes cantidades de residuos y desaprovechando materiales que podrían tener una segunda vida.
Resulta obvio que este enfoque lineal de “construir, usar y desechar” contribuye a la degradación ambiental y al agotamiento de recursos naturales. Según datos de Eurostat, la construcción y demolición representan cerca del 40% de los residuos que se generan en los países europeos, y muchos de ellos podrían reaprovecharse. Ahora bien: ¿cómo lo hacemos?
Los principios y beneficios del diseño para el desmontaje
El DfD propone una alternativa al considerar, desde la fase de diseño, cómo se desmontarán y reutilizarán los componentes de un edificio al final de su ciclo de vida. Entre sus principios fundamentales se encuentran:
- Conexiones reversibles y accesibles: Utilizar uniones mecánicas estandarizadas que permitan el desmontaje sin dañar los componentes. Evitar adhesivos y sellantes permanentes facilita la separación de materiales.
- Simplicidad y estandarización: Apuesta por diseñar con la menor cantidad posible de materiales y componentes, favoreciendo aquellos de dimensiones y características estandarizadas para facilitar su reutilización.
- Uso de materiales sostenibles: Prioriza materiales de base biológica o reciclables, que sean más sencillos de recuperar y tengan un menor impacto ambiental.
- Documentación detallada: Propone mantener registros precisos sobre los materiales y técnicas utilizadas, facilitando futuras tareas de desmontaje y reutilización.
La lista de beneficios de adoptar el DfD es múltiple:
- Reducción de residuos: Al reutilizar componentes, se disminuye la cantidad de desechos enviados a vertederos, contribuyendo a la reducción del impacto ambiental de la construcción.
- Eficiencia económica: La reutilización de materiales puede generar ahorros significativos en costos de construcción y demolición, además de reducir la dependencia de recursos nuevos.
- Flexibilidad y adaptabilidad: Los edificios diseñados para el desmontaje pueden adaptarse más fácilmente a nuevos usos o necesidades, prolongando su vida útil y funcionalidad.
Pero, ¿qué casos de edificios que propone el DfD podemos ver ya en pie?
Ejemplos destacados de diseño para el desmontaje
Diversos proyectos alrededor del mundo han incorporado con éxito los principios del DfD:
CIRCL, en Ámsterdam
Desarrollado por DoepelStrijkers y De Architekten Cie, este pabellón fue concebido para ser completamente desmontable, permitiendo la reutilización de sus materiales en futuros proyectos.
Edge Suedkreuz Berlín
Diseñado por Tchoban Voss Architekten, este complejo de oficinas cuenta con pasaportes de materiales y un plan de deconstrucción, facilitando la reutilización y reciclaje de sus componentes.
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The Armadillo
Este pabellón reutilizable, del que te hablamos en este post, fue diseñado por Schilling Architects y exhibido por primera vez en el London Festival of Architecture, está compuesto por componentes reciclables y modulares. Tras desmontarse al finalizar el evento, ha sido reconstruido en otros espacios públicos, demostrando que el diseño circular no solo es posible, sino también inspirador.