Cuatro huertos singulares que transforman ciudades

Por las calles, con diseño vertical, en un búnker de la II Guerra Mundial, en azoteas de medio mundo. Los nuevos huertos urbanos fomentan el consumo sostenible de frutas y verduras de kilómetro cero. Seleccionamos algunos de los más curiosos y sorprendentes:

 

Cultivos en vertical a falta de espacio

En Singapur, el país más pequeño del sudeste asiático, sólo hay un 1% de suelo cultivado y se importa el 90% de los alimentos que se necesitan. Por eso abundan los huertos urbanos y, de hecho, existen más de 10.000 productores en esta ciudad-estado que cultivan la cuarta parte de los vegetales que se consumen. La agricultura de diseño vertical prolifera gracias en gran parte a las políticas públicas de apoyo y también a la iniciativa privada.

 

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Pero es en Dubái donde está el mayor huerto vertical del mundo. Junto al aeropuerto internacional de Al Maktoum se levanta una mega instalación de tres pisos con capacidad para producir más de mil toneladas de vegetales al año con un sistema que ahorra tierra, energía y agua. Según sus propietarios, la empresa Emirates Crop One, que ha invertido en ella 40 millones de dólares, sus cosechas necesitan un 95% menos de agua que la agricultura tradicional. Todo está controlado mediante inteligencia artificial. La firma pretende que sus vegetales se sirvan a bordo de todos los aviones de Emirates y en los supermercados del país.

 

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La propia Unión Europea impulsa un proyecto de huertos verticales domésticos -llamado PERNUG, acrónimo del inglés PERsonalised NUtrition through kitchen Gardens- para fomentar la nutrición personalizada y reducir la dependencia de la agricultura de carácter industrial y, con ello, las emisiones de gases de efecto invernadero.

 

Comestibles increíbles en los espacios públicos

Pamela Warhurst, vecina de Todmorden, al norte de Inglaterra, quería mejorar la vida en su ciudad, fomentar el consumo de producto local y hacer el ambiente más agradable. Pensó que la comida, la alimentación saludable, era lo que podía conectar a todos sus habitantes. En 2008 comenzó a crear huertos ecológicos comunitarios cultivando hortalizas, frutas y hierbas aromáticas en los espacios públicos de Todmorden, como si fueran plantas ornamentales, en lugares como la entrada de la comisaría de policía, la biblioteca pública y el parque de bomberos o en las jardineras y parterres de las calles.

Así nació el proyecto Incredible Edible (Comestibles Increíbles), que cada vez tiene más adeptos en el país. El vecindario cuida los huertos y todo el mundo puede cosechar. Y no, no hay vandalismo ni saqueo porque la gente se siente orgullosa de su trabajo como agricultores.

 

Tomates con vistas a la Torre Eiffel

El huerto urbano en azotea más grande de Europa está en París, en el pabellón 6 del centro de exposiciones y conferencias (Expo Porte Versailles). Más de 30 tipos de vegetales (tomates, fresas, hierbas aromáticas…) se cultivan de manera ecológica en este techo verde de 14.000 metros cuadrados, a 15 metros de altura, con vistas a la Torre Eiffel.

El diseño de este súper invernadero, que produce mil kilos de frutas y verduras de temporada al día, es obra de las empresas Agripolis y Cultures en Ville. Tiene 140 parcelas en alquiler, restaurante y allí trabajan una veintena de jardineros que emplean la aeroponía e hidroponía como técnicas de cultivo. Tampoco es tan extraño ver un huerto en el centro de la capital francesa: no hay que olvidar que entre las dos guerras mundiales en el patio del Louvre se plantaban puerros.

Pero hay más ejemplos de la nueva agricultura en los tejados en otras grandes ciudades. Están la City Farm de Tokio (especializada en hortalizas de la cocina japonesa y en arroz) y Brooklyn Grange, el mayor huerto urbano en azotea de Nueva York (todo orgánico y todo para los restaurantes de la zona):

 

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Y están también el que ha instalado en su azotea el Hotel Wellington de Madrid (donde se recuperan variedades de tomates de la zona y se cultivan vides); o los techos verdes de Barcelona, una de las ciudades pioneras en la permacultura, un término acuñado a finales de los años 70 que engloba conceptos como la agricultura, la bioconstrucción, la economía, las energías renovables o el tratamiento natural de las aguas. Su principal impulsor en la Ciudad Condal es el agricultor urbano Joan Carulla. Lo llaman “el abuelo de los tejados verdes” y “el payés de las azoteas”: medio siglo cultivando verduras y árboles frutales (unos 30) en su terraza de 140 metros cuadrados, regando con agua de lluvia y recogiendo cien kilos de uvas al año, además de nísperos, patatas, pimientos y tomates.

 

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En un refugio a prueba de bombas

Intacto como el primer día, aunque con un uso bien distinto al de entonces. El refugio antiaéreo de Clapham, en Londres, de la época de la II Guerra Mundial, es desde 2015 un huerto urbano a 33 metros de profundidad en el que se plantan rúcula, cilantro, guisantes, hinojo, rábanos, brotes de wasabi y brécol, entre otras especies vegetales.

Steven Dring y Richard Ballard invirtieron un millón de euros en su proyecto, al que llamaron Growing Underground (”creciendo bajo tierra”), pero hoy ya facturan más de 70.000 euros mensuales y planean abrir más huertos subterráneos. En la sala de cultivo se usan luces led de color rosa que emulan el día durante la noche para ahorrar energía, la temperatura es estable todo el año (entre 14 y 16 grados) y se emplea el método hidropónico. Los brotes y ensaladas se empaquetan en el refugio y se reparten a supermercados y restaurantes de la zona, así como a los puestos de Borough Market. Al ser alimentos de kilómetro cero se minimiza la contaminación asociada al transporte y se fomenta la creación de empleo en el entorno.

 

No te pierdas nuestro análisis sobre las nuevas formas de cultivo de alimentos: huertos flotantes, submarinos… Una solución al abastecimiento mundial al que podemos contribuir desde el hábitat.