CONEXIÓN CON… Pete Bermejo, decorador

Al decorador Pete Bermejo le gusta la mezcla, el color y, sobre todo, que las casas estén vividas. En esta CONEXIÓN CON… hablamos con él sobre cómo empezó «por casualidad» a dedicarse al estilismo de decoración, trabajando para muchas revistas, cómo desde ahí dio el salto a la decoración y sobre su visión sobre materiales, casas y tendencias. 

 

Empezaste siendo estilista de decoración, pero hace años ya que te dedicas a ser decorador. ¿Cómo fue todo ese camino?

Al mundo de la decoración llegué completamente por casualidad. Mi madre compraba revistas de decoración, pero tampoco era una cosa que yo mirara. Viví muchos años en Bruselas y allí se veía mucha tiendecita, muchas revistas de decoración. Y como tenía que amueblar y decorar mi casa, fue cuando empecé realmente a mirar y a seguir revistas, aunque para nada tenía en la cabeza dedicarme a eso. 

Cuando volví a España, de manera casual, me empecé a reencontrar con gente que trabajaba o eran directoras o directores de revistas de moda, en las que sacaban casas de gente conocida. Un día alguien me dijo: «Oye, ¿tú conoces a esta persona?». Dije que sí. «¿Y has estado en su casa?, ¿cómo es?». Y decía que era bonita y me preguntaban si podía hacerle una foto para enseñársela. Así empecé, con casas de gente que conocía, las presentaba y les gustaban. Y empecé a decir: “Oye, aquí yo creo que hay que cambiar el sofá”. Porque en la gran mayoría de las casas que se publican hay que hacer un trabajo de estilismo y colocar los rincones bonitos para la foto. Empecé también a mirar por cámara y fue como intuitivo. A partir de ahí ya empecé con AD España y otras revistas a trabajar muchísimo. Cambié completamente de faceta profesional. 

 

¿Qué hacías antes? 

Era abogado, una faceta que creo que me ha ayudado mucho. Como el trabajo de estilismo y decoración es artístico, la gente siempre piensa que seguro que soy despistado, pero soy muy organizado. En estos trabajos hay que ser muy organizado, porque tienes que estar pendiente de muchas cosas: del material que tiene que llegar, de la obra, del tapicero… 

 

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¿Y el salto a la decoración cómo fue?

Creo que todo el mundo lleva dentro de sí algo creativo, todas las personas decoramos y nos vestimos, por ejemplo. Hay gente que, como en mi caso, a lo mejor tiene otra visión sobre cómo combinar colores, cómo combinar los espacios o los materiales. Hemos desarrollado algo más esa parte que está presente en cada individuo. A raíz de lo del estilismo de decoración, la gente empezó a llamarme y decirme: “pues tengo una casa, ven a verla”, y les daba consejos. Así fue mi salto a decorador.

 

¿Qué partes del trabajo de estilismo y del de decoración dirías que son más diferentes?

El decorador yo creo que tiene el ojo fijo y el estilista se va centrando mucho en rincones, porque la vista del estilista es para la foto. Haces una foto del salón en la que se ve todo el salón, pero haces un detalle también, te fijas en un rincón. Y yo creo que en mis decoraciones hago eso mucho también, hay muchos rincones que parecen un montaje para ser fotografiado, porque presto mucha atención al global y también al detalle en concreto. Voy montando bodegones en la habitación: aquí un cuadro y aquí una escultura o aquí una mesa, aquí unos libros. A mi modo de ver, el decorador tiene una visión global y, el estilista, parcial. Aunque esto no es exacto, ni una filosofía ni una teoría.

 

¿Hay algo que hagas siempre al principio, al empezar un nuevo proyecto de decoración?

Siempre, siempre, siempre quedo con el cliente para ir a ver la casa, porque lo fundamental es conversar con él. A lo mejor te dice que quiere un estilo sueco, pero ¿qué es eso? Les pido que me enseñen fotos. O también les enseño trabajos míos que no tengo publicados para que me digan lo que les gusta, que me guíen un poco en el estilo que quieren, aunque si me llaman es porque ya conocen algo de mi trabajo. 

Antes de empezar también intento que quede claro qué obra quieren hacer, por ejemplo, cambiar el suelo. Yo aconsejo, pero nunca impongo. Entonces vemos un poco los materiales, la caja y, a partir de la caja, empiezas con la decoración. También es muy importante empezar con los materiales porque, dependiendo de lo que elija, hay unos plazos de entrega. La gente piensa que en un mes se hace, pero depende de los metros y de lo que se vaya a poner. Por eso siempre empiezo con una charla. 

 

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¿Cuál dirías que es tu estilo, eso que ven esos clientes que luego acuden a ti? 

A mí me gustan las casas vividas, que haya una sensación de vida, pero también procuro que el cliente quede contento en su casa. Me gustan mucho también las antigüedades, los retratos… pero de repente, digamos, un retrato lo combino con una figura actual. Que no quede la casa muy clásica, pero tampoco de demasiado diseño. Ahora, si el cliente pide diseño yo le voy a dar diseño. Pero siempre hay algo mío que queda ahí.

Me gustan mucho también los materiales populares, las sillas de piel, la cerámica, las lámparas de Manises, la mezcla. Le doy mucha importancia a los textiles, que arropan y abrigan la casa: unas cortinas, una alfombra, un sofá… Me gusta mucho mezclar materiales y textiles: me encanta el leopardo o meter de repente en algo muy blanco un biombo chino. Algo que te entre por el ojo, muy teatral.

 

¿Cómo ha evolucionado tu estilo con el tiempo? 

A lo mejor soy menos teatral, porque ahora no se lleva tanto, aunque vaticino que las casas volverán a ser vividas. No me gusta la palabra “tendencia”, pero ahora las casas parecen todas de serie. Todo blanco, todo madera clarita… Me falta la personalidad de quien vive allí. Me gustan los espacios que arropen. Con el tiempo se volverán a hacer esas casas más vestidas, más decoradas. 

 

No te gusta la palabra tendencia… ¿cuál es tu relación con ellas? ¿Son inevitables?

Las tendencias están ahí. Tanto en moda como en decoración, al final te entra por el ojo, porque están todo el día ahí. En decoración van un poquito más lentas porque no puedes cambiar el sofá cada dos días, pero al final vives con ellas, y de ver tanto suelo de Campaspero, la gente quiere el suelo Campaspero o de ver tantas cocinas con la isla de mármol blanco, la gente quiere eso. Pero yo intento decir “vamos a darle vida a esta cocina, vamos a darle un poco de color, porque todo blanco…”. 

 

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¿Cómo introduces la sostenibilidad en tus decoraciones?

Para mí no hay nada más sostenible que un mueble antiguo.

 

¿Vuelves tiempo después a las casas que has decorado para ver cómo han cambiado cuando ya han sido vividas?

Sí, y me encanta. Me encanta poder decir: «la has hecho tuya». Generalmente se la doy con todo y me preguntan, por ejemplo: “¿puedo poner esta foto de la boda o del abuelo?”. Siempre digo: “Ponla, es tu casa”. O esa escultura que compró con sus padres de viaje. Eso a lo que le tienes tanto cariño, que vas a vivir con ello, ponlo. Pero me respetan mucho la casa, no me la suelen cambiar. Meten algún objeto personal, pero no me cambian el sofá. 

 

¿Hay algún proyecto del que estés especialmente orgulloso?

Todos, todos, todos. Porque todo se ha vivido con alma, con una historia del cliente que hay detrás. Todas me gustan porque en todas hay mucho cariño por parte del propietario y mío.

 

¿Qué interiores de otros decoradores te han servido de inspiración? 

Yo siempre me he inspirado mucho por las revistas de decoración fantásticas que había hace años y que ya no imprimen. Me ha inspirado mucho viajar, por eso creo que me gusta tanto la mezcla. Y me he inspirado en libros, películas de los años 50, 60, 70 o incluso de los años 30. Me encantan. 

En cuanto a casas concretas, la casa de Yves-Saint Laurent o la casa de Coco Chanel o cualquier casa de Jaime Parladé. También me gustan todas estas casas de Maine o los Hamptons, pero no las de ricos, las de madera, con el suelo pintado, vieja, como usada. O las casas inglesas, todas las casas inglesas de campo. Una tan pequeñita que tienes la alfombra vieja, un suelo de madera y el perro en el sofá, porque yo soy así, yo tengo un perro y lo tengo en el sofá.

 

¿Cómo es un día en tu vida? 

Un poco botica abierta las 24 horas. Los obreros empiezan a las 9, pero llegan a las 8 a la obra y ya llaman cuando estoy sacando al perro. Siempre hay cinco mil problemas, pero lo digo en plan positivo. Una obra es complicada, así que hay mil cosas. Después a las 9:30h intento responder el mail y centrarme un poco y cuando a las 10:30h-11h abren las tiendas, voy a verlas. A la hora de comer a lo mejor el tapicero para y me llama, y por la tarde sigo con recorrido de tienda o pensando en las ideas o haciendo un trabajo administrativo. Y luego el cliente a lo mejor a las 8h o a las 9h te llama, pero a las 9:30h digo, «Por favor, ya no más llamadas”. 

 

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Y ya para acabar, ¿qué dirías que es lo más importante del trabajo de decorador?

Para mí es muy importante siempre tener una buena relación con el cliente. Que el cliente se deje llevar y se fíe de ti, pero también que, si hay algo que le gusta, se pueda poner. Y no pienso simplemente en que sea bonito, en cómo va a quedar la foto, sino en cómo vives, cómo te gusta y le doy mucha importancia también a los detalles y sobre todo en darle vida a cada estancia.