Los arquitectos Roi Salgueiro y Manuel Bouzas ya no hablan con tanta frecuencia como durante los 8 meses durante los que desarrollaron y prepararon Internalities. Architectures for Territorial Equilibrium, la exposición del Pabellón de España en la 19.ª Bienal de Arquitectura de Venecia. O, por lo menos, ya no hablan únicamente de ese tema. Tras presentarse al concurso del Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana con una propuesta que ganó a cerca de veinte otras candidaturas, se convirtieron en los comisarios de la parte española de la muestra. Hablamos con ellos sobre la exposición y sobre su visión de la arquitectura.

Empecemos por el principio, ¿cómo os conocisteis?
Manuel Bouzas: Los dos estudiamos en Estados Unidos la maestría, en la Universidad de Harvard. En concreto, el mismo programa, el Master of Design Studies, con una diferencia temporal. Roi terminó en 2014 y yo en 2024. Durante ese periodo, Roi fue profesor en el MIT. En Harvard se nos permite tomar asignaturas fuera de la universidad que tengan que ver con instituciones vecinas, como es el MIT, y es ahí donde nos encontramos. Compartimos intereses similares: los dos gallegos, expatriados y con cierto interés en asuntos de ecología, territorio, paisaje… Hicimos un trabajo juntos que contenía cuestiones similares con lo que luego vino a ser Internalities. Ahí se generó una relación de confianza y de amistad. El verano de 2024, en agosto, una vez terminado el curso, hablamos de formular una propuesta un poquito más sólida para el pabellón de España.
¿Cómo surgió la idea de presentaros y cómo desarrollasteis la propuesta?
Roi Salqueiro: Tuvimos una primera conversación en el Café Derby de Santiago y empezamos a plantear alguna de las ideas que resultaron clave para la propuesta de concurso. Tras la reunión, estuvimos trabajando durante un mes ya de forma remota, afinando la propuesta. Tiene, por un lado, un componente conceptual. Nosotros lo que hicimos fue empezar a explicar bien en qué consistía esa idea de internalidades, dándole contenido conceptual refiriéndola al término al que la contraponemos, el de externalidad, y viendo cuáles podían ser sus dimensiones. En ese momento ya definimos también que los componentes fundamentales de esa idea de internalidad era cómo internalizábamos los materiales, las energías, los oficios, los residuos y las emisiones. Estos fueron los temas que al final acabaron conformando las cinco salas de Internalities.
La propuesta conceptual la acompañamos también con una línea gráfica de cómo sería la exposición, cuáles serían los dispositivos expositivos, cómo se organizarían esas salas…
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¿Cómo definiríais qué son las internalidades?
Manuel Bouzas: Esta era la pregunta que nos planteamos para el pabellón. Teníamos una cierta intuición de hacia dónde podía ir el término, porque teníamos su contrario. La aproximación era en oposición al término de externalidad, y eso nos permitió catalogarlo o desmenuzarlo en cinco grandes apartados. En el fondo, el objetivo de todo el pabellón era dar una respuesta a esa pregunta, a cómo definimos las internalidades.
Tras casi 8 meses de trabajo y más de 50 participantes, llegamos a esta definición: «Una internalidad es una metodología, ya que aborda las consecuencias de las externalidades medioambientales asociadas a los procesos de producción a través de recursos regionales, regenerativos y de bajo impacto ecológico en equilibrio con los territorios de donde provienen».
La madera ocupa un papel importante en la exposición, especialmente en la sala Materials. ¿Por qué?
Roi Salgueiro: Queremos ser el primer ejemplo de lo que estamos proponiendo. Internalidades pone un énfasis muy fuerte en el valor que tiene utilizar recursos locales dentro del trabajo arquitectónico, en todos los procesos de construcción. Trabajar con esos recursos es un instrumento fundamental para reducir las emisiones de carbono, pero también nos permite desarrollar tanto las ecologías que existen en un sitio como las economías de ese determinado lugar.
La producción se realizó muy cerquita de Galicia, en Portugal, y nos parecía importante trabajar con un material que también para nosotros fuera de proximidad y poner en valor sus usos. Trabajar con madera es una elección bastante lógica, teniendo en cuenta en qué consiste hacer una exposición, donde necesitas un material ligero que se pueda montar y desmontar fácilmente para llevártelo de un sitio a otro.
¿Teníais ya pensado el equipo de colaboradores que os acompañaron cuando presentasteis el proyecto?
Manuel Bouzas: En absoluto. Organizamos la propuesta en base a aquello que creíamos que era lo más interesante que estaba sucediendo en España en los últimos años. Teníamos los objetivos muy claros y luego tuvimos una serie de conversaciones con agentes que apoyaban estas ideas, como sucedió con Finsa.
Roi Salgueiro: Sobre las personas que colaboraron, Manuel y yo por supuesto teníamos un conocimiento de lo que se está haciendo en la arquitectura española, de ahí que pudiéramos proponer este tema con la convicción de que iba a haber toda una serie de participantes refrendarían nuestra idea de internalidad. El pabellón tiene dos tipos de agentes. Uno de ellos es el de los equipos de profesionales de la arquitectura que forman parte de la sala central, Balance, en la que se muestran 16 obras construidas, lo que constituye la prueba de que en España ya se está llevando a cabo una arquitectura que desarrolla la idea de internalidad. Para esta sala hicimos un open call al que se presentaron 200 estudios.
Luego, en torno a esa sala principal, hay otras cinco salas laterales, cada una dedicada a un tema (materiales, energías, oficios, residuos y emisiones). Ahí lo que hicimos fue pensar quiénes podían ser las personas más relevantes para participar. Siempre sostuvimos que tenía que haber un perfil de arquitectura vinculado a la investigación, que fuera muy bueno en ese tema y que además trabajara en la zona geográfica que queríamos tratar, y un perfil de fotografía de arquitectura —normalmente fotógrafa, porque son en total cuatro mujeres y un hombre— que también fuera de esa geografía. Esos equipos fueron nuestra selección directa.
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Comentabais antes que fue todo como un proceso de investigación para intentar averiguar qué son las internalidades. ¿Hay algo que os haya sorprendido que no a lo mejor no esperarais cuando empezasteis?
Manuel Bouzas: Yo creo que hay varias lecciones. En términos generales, un aprendizaje fue lo difícil que es a veces tratar de localizar o investigar los orígenes de los materiales con los que construimos. Hubo que hacer un esfuerzo de investigación por parte de los 16 equipos seleccionados en la sala central para realmente rebobinar hacia atrás en la película. Esto nos habla de una cadena de suministro opaca, a menudo intrazable, donde hacer las cosas con determinada transparencia exige compromiso y esfuerzo.
También me sorprendió una lección de la sala de emisiones, donde trabajan con la piedra y hacen una bóveda. Son de las Islas Baleares y mantienen la tesis de que, para buscar una descarbonización efectiva en su parque inmobiliario, necesitan trabajar con lo que tienen a mano: piedras, posidonia, madera, tierra, etcétera. Eso los lleva a una arquitectura de lo pesado, al contrario de lo que se piensa a veces de que lo sostenible tiene que ver con la ligereza. En realidad, ellos casi vuelven a una cosa primitiva, casi como de cueva, donde lo que importa es la inercia térmica, el abrigarte un poquito de las inclemencias del tiempo fuera y construir de nuevo a favor del material y no en su contra.
Roi Salgueiro: Para mí también fue muy satisfactorio ver maneras de utilizar materiales con las que uno no contaba y el uso de técnicas que a lo mejor estaban un poquito desaparecidas. Esto lo hemos visto, por ejemplo, con una vivienda que utiliza una técnica tradicional que se llamaba balasto, que llevaba mucho tiempo sin emplearse. Lo hemos visto con iniciativas que reutilizan madera en lugares donde no se construía en madera, o a través de tierra compactada que se industrializa y pasa a ser un material que se puede llevar de un sitio a otro con facilidad.
Hemos visto una suerte de ingenuidad técnica tremenda con muchísimas investigaciones que básicamente implican que se está generando una manera nueva de construir. Se están poniendo a disposición del conjunto de profesionales toda una serie de técnicas, de modos de hacer, que no estaban disponibles antes.
¿Cómo ha sido el trabajo mano a mano? ¿Cómo os complementáis?
Roi Salgueiro: Yo creo que algo que nos une a Manuel y a mí ha sido siempre un intento de claridad muy fuerte, de hacer una exposición que de alguna manera fuera muy clara con respecto a cuál es su tesis principal y que esa tesis principal fuera comprensible por el público general. Me ha gustado mucho trabajar con Manuel. Creo que es una persona muy precisa, que siempre hace un esfuerzo por llevar las cosas a su máximo nivel de calidad.
Manuel Bouzas: ¡Por alusiones tengo que complementar! Ha sido una experiencia extremadamente bonita trabajar con Roi. Han sido 8 meses donde las cosas han fluido de una manera especialmente natural. Es algo que me ha sorprendido, porque a veces en los proyectos hay un contraste de visiones, pero creo que rara vez había algo en lo que no estuviéramos plenamente de acuerdo. Fue muy bonito ver la profundidad intelectual de Roi y esa capacidad de tener una visión larga que no hace más que alimentar la coherencia del proyecto.
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¿Cómo creéis que sería la arquitectura en un mundo ideal, es decir, si no os dijeran nunca que no a nada?
Roi Salgueiro: Tiene un componente perverso la pregunta, porque es cierto que la arquitectura siempre gana mucho a través de las limitaciones. El hecho de que con un determinado proyecto tengas que limitarte a tantos metros cuadrados, a un presupuesto, a un programa y contexto es lo que acaba alimentando las maneras de trabajar. Muchas veces es el reto de trabajar ante algo que es muy difícil hace que la respuesta sea mejor.
Pero si aceptamos la premisa, pasaría por responder a la crisis climática, por una manera de hacer que realmente potencie mucho más los materiales con los que podemos contar, con imbricar mucho más fuerte la producción de arquitectura con la producción del territorio en general.
Manuel Bouzas: Creo que la respuesta de Roi está muy bien, pero quizás antes que eso yo diría que en un mundo ideal no habría edificios abandonados ni incompletos, ni habría ruinas descuidadas o edificios obsoletos. A veces la mejor manera sería directamente no construir o arreglar aquello que ya tenemos. En Europa hay una enorme cantidad de espacios que están ahí esperando a ser reconsiderados. En un mundo ideal no habría estos lugares, no habría edificios heridos o abandonados dentro de la ciudad, serían arreglados con una lógica muy similar a esto que plantea Roi.
¿Hay alguna pregunta que, tras la exposición, todavía os sigáis haciendo?
Roi Salgueiro: Siempre hay una cuestión en el fondo de cómo conseguir que la exposición tenga una repercusión importante en el discurso público, que ayude a inclinar todavía un poquito más la balanza. ¿Qué es lo que tenemos que hacer? ¿Cómo pueden funcionar esas inercias para que tengan más impacto en los sitios donde van? ¿Qué relaciones podemos mantener con otros agentes para promover esta agenda?
Manuel Bouzas: O incluso, casi yendo a la raíz del problema, la cuestión es: ¿puede una exposición ser algo más que una exposición? ¿Puede la exposición ser una especie de escenario donde uno presenta algo que de alguna manera se infiltra de una forma mucho más profunda en el modo en el que una nueva generación entiende la manera en la que construir? Nos gustaría que no fuera una exposición más, que tuviese trascendencia.

